- Monumental de Las Ventas. Miércoles, 22 de mayo de 2024. Undécima corrida.15.462 espectadores. Toros de El Torero, cinqueños y serios en sus distintas hechuras y de juego dispar; destacaron el notable 5º, el buen fondo del manso 4º y el 2º.
- David Galván, de azul rey y oro: estocada (saludos); estocada (oreja).
- Álvaro Lorenzo, de grana y oro: dos pinchazos y estocada trasera desprendida (silencio tras aviso); pinchazo y estocada corta (silencio tras aviso).
- Ángel Téllez, de blanco y plata: pinchazo hondo atravesado y descabello (silencio tras aviso); seis pinchazos y cuatro descabellos (silencio tras dos avisos).
Incidencias: El banderillero Juan Carlos Rey se desmonteró tras parear al cuarto. Hizo lo propio Juan Navazo en el sexto.
Salió el primero de la tarde con unos leños imponentes, gallardía y buen tranco. Aplausos en los tendidos. Se puso Galván al saludo capotero, pero le rajó en cruz la tela. Lo intentó poner el sanluqueño con cierta distancia para el recibo de la segunda puya y resultó en un quita y pon, pero fue suficiente para el cambio de tercio. Se lo dejó algo crudo.
Galván brindó a los tendidos. En la primera serie se vio que el gaditano daba el paso y el toro pegó dos arreones, dejando claro que sabía lo que se dejaba atrás Se veía a Vistaalfrente, primero de la tarde, pronto y encastado y con cierta clase en el derecho. Lo citó, de nuevo, largo para la segunda tanda, pero el toro cabeceaba en sus embestidas con algún que otro enganchón.
Por el izquierdo le faltó sitio a Galván, que no andaba ajustado por ahí, y le enganchó en varios lances. El toro pasaba con menos transmisión, descompuesto y cabeceando en el remate, aunque con nobleza. Volvió al derecho intentando darle espacio, aunque con el espacio vino el peligro, y peleando con el aire en los medios, se vio desajuste.
El toro iba de menos a más en peligro y sentido, y a menos en fuerza. Se paró y no quería saber nada del engaño del gaditano. Terminó por manoletinas ajustadísimas. Se hizo el silencio para una estocada de ley sin puntilla. Palmas al toro, y saludos para Galván.
Salió Vaticano como segundo, un castaño listón de tremendas hechuras, muy bien presentado, con una imponente cabeza, que no permitió lucirse en el capote de Álvaro Lorenzo, pero demostró bravura en el caballo. El segundo toro de Lola Domecq, menos temperamental, casi derriba al picador Francisco Javier Sánchez, quien recibió una ovación por su valentía.
Fernando Sánchez colocó un buen par de banderillas, como es habitual. Lorenzo llevó al toro a los medios y lo citó de lejos, pero aunque el toro embestía fuerte y le hacía perder pasos, Lorenzo se mantuvo firme buscando el temple. La faena careció de transmisión y abusó de la mano derecha sin mucho éxito.
Vaticano mostró más clase por el lado izquierdo, y aunque Lorenzo no encontró la clave, logró un natural hondo y profundo en la primera tanda con la izquierda. A pesar de la falta de casta y transmisión del toro, Lorenzo enlazó cuatro tandas con dos trincherillas y un natural destacados. La nobleza del toro alargó la faena, pero un bajonazo tendido y trasero, tras un aviso, puso fin al toro de manera instantánea. La faena, con momentos sueltos pero sin ligazón, dejó indiferente al público.
El tercero también fue nulo para el capote. No estuvo a la altura en presentación de los dos precedentes. Un toro feote e incómodo de ver que no andaba muy dispuesto a casi nada. Se le cerró la salida en el primer puyazo, muy largo, y que hizo daño a Frunceojos. Toro parado en el derecho. Probó Téllez por el izquierdo, pero Frunceojos era más peligroso por ahí. Intento dárselos de uno en uno. El toro le venía arreando en casi todos los lances, encastado y con cierta bravura.
Había un peligro sordo en el comportamiento del toro que trajo a Téllez por el camino de la incertidumbre, y la faena no llegó a conectar con el respetable en ningún lance. Quizás Frunceojos necesitaba temple y mando, porque era exigente y complicado, y Téllez no pudo ofrecérselo. Anduvo valiente y tragó en algunos momentos, pero en el tendido quedó la sensación de que se le escapaba un toro con algo más.
La manera de entrar a matar resultó fea y en una estocada media, tendida y trasera que no le dio muerte. Sonó el primer aviso y el toro seguía sin atisbos de caer. En la indecisión de entrar otra vez a matar o no, se ganó la bronca de los tendidos, aunque el toro entero tenía complicado sacarle la espada. Mal trago para la cuadrilla y espejo del desorden de la faena. Descabello certero.
Las trincherillas de David Galván
Si en los tendidos dicen que ese toro manso y feo que era el cuarto iba a acabar en lo que acabó, nadie hubiera dado un duro. De nuevo, nada en el saludo, y por el tercio de varas pasó sin más. Hubo un gran par de banderillas de Juan Carlos Rey, que tuvo un gran nivel durante toda la tarde.
Pero ahí se fue a parar el tiempo al inicio de la faena, con un gran trasteo por doblones muy templados de Galván que metieron al tendido en la película. Se escuchaba el murmullo típico de Madrid cuando ha visto algo. Y el sanluqueño también vio la condición templada del animal, por el que nadie daba nada, y encadenó un cambio de mano despacioso y ajustado, al igual que el de pecho y dos lances mirando al tendido torerísimos.
Otra tanda del mismo corte con una trincherilla de cartel que levantó el olé ronco del tendido. Muletazos caros para Galván, que siguió con otra tanda llena de transmisión, muy templada. El toro, sin ser gran cosa, iba y venía, y Galván supo tocarle las teclas oportunas y ponerle mando para someterlo por abajo. Se fue al izquierdo y encontró hondura y profundidad.
Era lo que necesitaba Galván; el escaparate se abría y se había puesto de verdad. El toro no se paró y transmitía, y anduvo listo el gaditano para templar los lances y no perder ese momento en el que Las Ventas se entrega al torero. Era la sinfonía de silencio y ronquedad que le sale a Madrid cuando se emociona.
La faena a Embeoado se cimentó sobre el toreo genuflexo. Se echó de menos, quizás, algo de toreo fundamental, erguido, aunque lo compensó con Galván con tres trincherillas de cartel en los que Madrid rugió por bajo. Una faena improvisada y de pura inspiración, en una época donde triunfan los platos combinados tragados por faenas, que le dio una oreja de ley tras un espadazo. Ha habido Puertas Grandes con menos.
Se dejó el quinto saludar a la verónica, sin mucho brillo. Lorenzo lo llevó al caballo, donde mostró bravura y romaneo en el primer puyazo. Téllez, viendo la oportunidad tras el golpe en la mesa de Galván, intentó un quite por chicuelinas, sin lograr entusiasmar al público. Un buen par de Fernando Sánchez.
El toledano empezó tanteando para ajustarse con Espadachín, pero vio que el derecho no ofrecía nada destacable y buscó por el izquierdo. Dos tandas al natural, templadas y rematadas detrás de la cadera, aunque no halló más ajuste. Al final de la faena, un natural muy despacioso arrancó un olé rotundo del tendido. Volvió al derecho, sin temple, y la faena se apagó con un pinchazo.
Llegó el final de la tarde, ventosa y con nubes, complicada para los toreros, típica de la primavera madrileña. Téllez se llevó a Dardillo con chicuelinas, rematando con una media. El picador Prieto perdió la puya y el animal la llevó unos minutos puesta hasta que cayó. Juan Navazo y Toñete destacaron con los mejores pares de banderillas. Navazo se desmonteró y saludó una ovación.
La faena de muleta comenzó marcada por el aire. Téllez buscó al natural, intentando evocar las musas que le abrieron las puertas de la gloria en San Isidro hace dos años, pero no era su día. Un susto casi le cuesta una voltereta. Volvió al pitón izquierdo, pero Dardillo, falto de fuerza, no transmitía.
Voluntarioso pero sin sitio, Téllez vio cómo el toro desmontaba el engaño. El murmullo y algunos pitos del tendido acompañaron una faena sin fondo. Fue cogido de manera fea, sin herida. Regresó descalzo, sin conectar con el público. Hasta que se puso de frente por bernadinas y fue cogido otra vez, de nuevo sin herida. Persistió, teniendo otro susto. «Déjalo ya», se oyó desde el tendido. Peleó con los aceros, sonando dos avisos en una tarde para olvidar. Y para Galván, una tarde para recordar.
Fotos: Plaza1/Alfredo Casas
