A día de hoy –aunque también de ayer- resulta difícilmente comprensible que algunos de nuestros jóvenes sigan soñando con ser toreros. A mediados del pasado siglo algunos lo intentaban aspirando a emular a figuras como Manuel Benítez “El Cordobés”, paradigma del muchacho que pasa de apenas tener para comer y tener que robar gallinas a tener el mundo a sus pies. Antes uno se hacía torero para ser rico; hoy día hace falta ser rico –o casi- para ser torero. Y sin embargo, el caudal de jóvenes, hombres y mujeres -aunque éstas en mucha menor proporción- que ansían sentir la embestida de un animal bravo deslizarse por el pantalón es sorprendentemente abultado.
Sí, e insistimos en lo de “sorprendentemente” porque ya no se pasa hambre como antaño y, por fortuna, aun con muchas desigualdades, los hogares disponen, en su generalidad, de un bienestar impensable si lo comparamos con la España de la que salió El Pelos (pseudónimo que se atribuyó al torero de Palma del Río). Además, la oferta de ocio y de sociabilidad a la que tienen acceso nuestros jóvenes es infinitamente más amplia hoy día, y en la era de la inmediatez en la que estamos inmersos resulta difícilmente explicable –me temo- para la juventud el hablarles de sacrificio, constancia, entrenamientos después de los estudios/trabajo, y el insoslayable riesgo físico de quienes sueñan con ser toreros, si bien, tengo la sensación de que quien de verdad quiere ser torero el físico es lo que menos les quita el sueño. Sin dejar atrás la cara que deben poner los amigos de los incipientes toreros cuando digan que ellos, lo que de verdad quieren, es ser toreros.
Todo este preámbulo sirve para elogiar la actividad que tuvo lugar el pasado jueves por la mañana en la emblemática finca Pinos Bajos, donde pasta la ganadería de lidia de Víctor y Marín, y hasta donde nos desplazamos convocados por los ganaderos Felipe Lasanta y José Luis Marín, para presenciar un tentadero. Mas no se trataba de un tentadero como los muchos que allí hemos presenciado, sino de la presentación en público de una iniciativa más que plausible llevada a cabo por la Diputación de Ciudad Real y que tiene como doble objetivo permitir que los alumnos de la Escuela Taurina de Miguelturra puedan ponerse delante de dos pitones de verdad, materializados en vacas de la antes mentada vacada ciudarrealeña, y al mismo tiempo, que esta explotación ganadera pueda tener ingresos, aunque sean exiguos, para sobrevivir este año y llegar al 2021 todavía con vida.
Y si a alguien pudiera extrañar por aparentemente exagerada la utilización del término “sobrevivir”, expliquémoslo, porque también el gremio de los ganaderos de toros de lidia es digno de admiración. El coste que supone la crianza de un animal de lidia hasta que éste se convierte en cuatreño ronda los 1.000 euros por año de vida. Es decir, un eral (novillo de dos años), que son los que usualmente más se lidian en esta casa ganadera, tiene un coste de producción que roza los 2.000 euros. Si este año la inmensa mayoría de los animales no se van a poder lidiar y, por tanto, no se van a generar ingresos pero hay que seguir alimentando y manteniendo los 27 añojos, 24 erales, 32 utreros y algún cuatreño que hay en la ganadería… Echen cuentas. Y si, como ocurre en la mayoría de las ganaderías en este terrible 2020, la opción elegida es mandar cabezas al matadero, donde un eral se está pagando a, aproximadamente, 300 euros… Multipliquen la cantidad resultante (una pérdida de unos 1.700 euros por cabeza en un eral) por el número de reses que se manden al matadero. Dificilmente asumible.
Por todo ello resulta de agradecer y reconocer el que hasta Pinos Bajos fuera José Manuel Caballero, presidente de la Diputación de Ciudad Real, acompañado, entre otros por Francisco Pérez Alonso (Delegado Provincia l de Hacienda y Administraciones Públicas) y la alcaldesa de Fernán Caballero Dolores Ortega. Allí tanto Pérez Alonso como Caballero ratificaron su compromiso con la Tauromaquia tanto en su vertiente cultural como social, sin olvidar la social, ya que convendría no olvidar que los que torean y crían toros de lidia son ni más ni menos que personas, contribuyentes en el caso de los ganaderos, que tienen derecho al necesario y justo auxilio del que se están beneficiando múltiples colectivos de otras disciplinas de todo tipo.
También tomaron la palabra directivos de la Escuela Taurina de Miguelturra, una entidad que se ha mantenido durante casi diez años sin apenas apoyo institucional, pero que ahora ve algunas de sus peticiones materializadas en atención contante y sonante, o cual les permitirá comprar la bravura de una treintena de vacas de Víctor y Marín, componiendo una serie de cinco tentaderos clasificatorios y una final con cinco añojos. Durante el ciclo intervendrán los propios alumnos de la entidad churriega e invitados de otras escuelas taurinas.
Tentadero
Durante el tentadero sin picador saltaron al ruedo cinco lustrosas añojas que ofrecieron embestidas en cantidad y calidad, sobresaliendo la muy noble primera, las manejables segunda y cuarta, la muy encastada tercera, y la enclasada –aunque no sobrada de fuerza- quinta. Y es que, como dice uno de los ganaderos, Felipe Lasanta, “llevamos unos años que nos embisten hasta los bueyes”.
A ellas se enfrentaron, respectivamente, un interesante Rubén Muñoz, José Ángel Condés, José de la Hoz, Adrián Reinosa (alumno perteneciente a la Escuela Taurina de Albacete aunque manzanareño de nacimiento) y Cristofer Morales junto a Jorge Condés.
Todos ellos desarrollaron, con mayor o menor acierto, su expresión artística delante de las becerras, atendiendo a las indicaciones que su director artístico, Antonio Alegre “Clavileño”, les disparaba desde la meseta de chiqueros.
Adrián Reinosa
Mención aparte merece, en nuestra opinión, lo mostrado por Adrián Reinosa, quien, con indudables e inevitables defectos, mostró un nivel superior, impulsándonos a creer que el futuro podría depararnos un nuevo torero ciudarrealeño. Visos para ello parece tener, a pesar de los varios desarmes que emborronaron su labor y de cierta celeridad en su ejecutoria. Dio el pecho, cimbreó la cintura, lidió en terrenos adecuados e intuimos que cuando se enfrente a oponentes con embestidas más templadas, su toreo puede ganar muchos enteros. El tiempo lo dirá.
De momento el primer tiempo marcado es el que separa el día de hoy con el del próximo domingo 6 de septiembre, fecha en la que Adrián está anunciado en Manzanares dentro del certamen de novilladas sin picadores Promesas de Nuestra Tierra. Ese día se enfrentará –junto al también ciudarrealeño José Ponce- a erales de una ganadería en gran momento como es la toledana de Conde de Mayalde. Apunten.
