Plaza de toros de Puebla de Don Rodrigo (Ciudad Real). Más de media entrada.
Se lidiaron seis toros de Las Monjas, con cuajo de carnes y no tanto de pitones. Manejable el primero, bueno resultó el tercero, y muy bueno el sexto, premiado con la vuelta al ruedo. Justos de raza y entrega el resto.
Aníbal Ruiz: ovación y ovación con saludos.
Fernando Tendero: silencio tras aviso y oreja.
Antonio Puerta: dos orejas y dos orejas y rabo.
Saludó tras banderillear al tercero Antonio López ” El Charra”. Antonio Puerta salió a hombros.
Esta mañana dábamos el adiós (o hasta luego) al gran Manolo Hervás, y por la tarde ya andábamos de toros. La vida sigue, afortunadamente. Descansa en Paz Manolo.
Festejo largo y sin demasiado contenido el celebrado en Puebla de Don Rodrigo, de no ser por los ejemplares corridos en tercer, sexto y, en menor medida y con solo un pitón, el primero. Lo dilatado vino marcado por los tiempos de espera hasta que los toros salieron por toriles, algo común por otro lado en esta plaza, desafortunadamente.
El primero de Las Monjas tuvo clase, aunque humilló poco. Cuando Aníbal Ruiz se dirigía al centro del ruedo para brindar al público el toro derrotó en un burladero y se partió el pitón izquierdo casi por la cepa. Y no tenía mal aire por ese lado. Sin embargo el templado trasteo se tuvo que basar casi íntegramente por el pitón derecho, con algunos muletazos de buen aire vaciando hacia dentro. Fue una lastima que pinchara dos veces antes de dejar una entera baja.
También pinchó en el cuarto después de plantar cara a un manso que buscó tablas constantemente y que, cuando iba para dentro, se deslizaba hasta el final con calidad, mientras que al ir hacia fuera se defendía punteando. En alguno de los de hacia dentro hubo trazo largo y compostura. Mató malamente, como diría Rosalía.
Fernando Tendero entró sustituyendo a Manuel Escribano. Su primero se dejó, aunque adornó sus acometidas con un incómodo punteo aderezado con miradas a la azul taleguilla del torero manchego. Tendero anduvo dignamente con el de Las Monjas, llegando a ser volteado sin consecuencias. Manejó mal los aceros.
El quinto, como todos los demás, se demoró en salir; pero éste más. Hasta los cerca de quince minutos. Y fue casi para nada, pues el de Las Monjas adoleció de casta brava y acometió -es un decir- sin entrega ni ganas, por lo que Tendero pudo lucir frente a él fue casi nada; ni siquiera al matar, pues recetó una entera trasera y caída.
Antonio Puerta volvía a enfundarse el terno de luces después de varios años sin hacerlo. A sus manos fue, de largo, el mejor lote. Se le vio con ganas, no dejando pasar la oportunidad de hacer quite al segundo de la tarde que correspondía a Fernando Tendero.
Ya en su primer toro, bravo hasta que pudo, Puerta lo condujo decorosamente a media altura para dosificarlo. Se pasó de faena aunque acertó a acabar con el de Las Monjas a la primera, recibiendo dos orejas a cambio.
El sexto fue un gran toro. Simple y llanamente. De comienzo a fin. Ante él Puerta anduvo compuesto, si bien en ocasiones no llevó al de Las Monjas hasta el final, quitándosela de la cara antes de tiempo y con demasiados tiempos muertos. Una sensación de que el toro podía y pedía más. Una estocada, buena, cobrada al primer atracón, además de lo realizado con capote y muleta, le puso el rabo en la mano.