Plaza de toros de Tomelloso (Ciudad Real). Corrida de toros a beneficio de la Residencia San Víctor y las escuelas taurinas de Ciudad Real, Miguelturra y Alcázar de San Juan. Un cuarto de entrada.
Se lidiaron seis toros de Hdros. de José Luis Osborne, de desigual presentación. Primero noble mansurrón. Segundo bis falto de empuje y clase. Tercero manejable. Cuarto noble y soso. Quinto encastado aunque sin rematar el viaje. Sexto con movilidad pero venido a menos súbitamente.
Molina (de blanco y oro): pinchazo y estocada entera arriba algo atravesada (oreja); estocada casi entera arriba (dos orejas).
Álvaro Alarcón (de corinto y oro): casi entera caída (oreja); pinchazo y estocada casi entera arriba y dos descabellos (oreja).
Víctor Hernández (de azul azafata y oro): estocada entera arriba algo atravesada (dos orejas); estocada entera arriba (oreja).
Los tres toreros salieron a hombros.
Una terna plenamente castellano manchega salió a hombros frente a una desigual y blanda corrida de Osborne en tarde desangelada y fría, en la que lo más destacado corrió a cargo de Molina y Víctor Hernández.
El primero punteó molestamente los engaños, sobre todo al embestir por el pitón derecho, y menos por el izquierdo, lado por el que Molina basó su faena, en la que hubo firmeza y serenidad, aunque escaso brillo. Ello no impidió que a las manos del albaceteño fuera una oreja. En el cuarto, al que cortó dos, sobresalió un arrebatado recibo a la verónica y dos tandas de naturales al ralentí a un toro noble y soso al que no pudo exigir ligazón.
Lo más destacado de la labor de Álvaro Alarcón frente al segundo bis fue su apostura; siempre dando el medio pecho y sin esconder la pierna contraria. El torero de Torrijos no movió una pestaña, pero la falta de clase de su antagonista restó relieve a lo realizado, llevándose un trofeo. El quinto empujó en el peto del picador y repuso en el último tercio, llegando a voltear -sin aparentes consecuencias- a Alarcón en un remate de serie. No consiguió acople idóneo el toledano frente a su incómodo oponente, al que finiquitó a la segunda.
El tercero revoloteó por toda la plaza en los primeros compases, pero se centró en el último tercio, en un vibrante inicio de faena de muleta de Víctor Hernández -brindada al ganadero Daniel Ruiz- con varios pases cambiados por la espalda de rodillas a cargo de un muy asentado Hernández, que exprimió lo poco que tuvo el de Osborne, arrimándose al final a falta de acometidas, paseando las dos orejas tras matar a la primera. Por su parte, el colorado que cerró festejo se movió sin excesivo ritmo pero con cierta emoción, y el alcarreño le plantó cara con la firmeza como valor más reseñable. Todo hasta que, tras un desarme, el toro se apagó casi por completo. No obstante la buena estocada levantó un tanto el frío ambiente hasta serle concedida una oreja.
