Plaza de toros de Ciudad Real. Corrida de toros. Reinauguración de la plaza. Lleno en los tendidos.
Se lidiaron seis toros de Luis Algarra, de justa presencia. Primero manejable. Segundo blando. Tercero venido a menos muy pronto. Cuarto manejable. Quinto y sexto buenos, ovacionados en el arrastre.
Morante de la Puebla (de grana y oro): estocada entera arriba y cuatro descabellos (ovación con saludos); estocada casi entera algo atravesada (oreja con gran petición).
Emilio de Justo (de malva y oro): media estocada arriba (ovación con saludos tras aviso); dos pinchazos y estocada entera arriba (vuelta).
Roca Rey (de nazareno y azabache): pinchazo (ovación); pinchazo y entera arriba (oreja con aviso).
Curro Javier y Alberto Zayas saludaron en el primero, y Joao Ferreira en el cuarto.
Casi cinco años después de la celebración del último festejo en agosto de 2019, la plaza de toros de Ciudad Real volvió a abrir sus puertas para albergar un festejo taurino después de sufrir una notable reforma, la cual, si bien no ha cambiado su fisonomía, sí ha mejorado sensiblemente aspectos de accesibilidad y conservación.
Con un ambientazo en los tendidos a la altura de la ocasión, el festejo se desarrolló de menos a más, con una corrida de Luis Algarra a la que le faltó presencia, pero que tuvo tres toros -y medio – que se dejaron bastante: a saber: el primero a medias, y los tres últimos.
Morante abrió boca dejando dos medias verónicas de categoría en el primero, perdiendo con el descabello una oreja segura después de basar su faena por el pitón derecho, con embroques perfectos. En el cuarto, que se dejó más de lo que se preveía, el cigarrero volvió a encandilar con un trasteo que no deslumbró, pero que sí alumbró el espíritu algo venido abajo en la plaza. Hubo ajuste, torería y medida, también a la hora de premiar en singular una buena faena.
Emilio de Justo no consiguió conectar con los tendidos en su primero, que se defendió por su blanda condición, en un trasteo que se hizo largo. En el quinto, tras la faena de Morante, el extremeño salió a morder, con un recibo a la verónica encajado que fue el prólogo a un vistoso quite por chicuelinas. El de Algarra embistió encastado y De Justo lo pasó con entrega siempre, comenzando de rodillas, aunque unas veces con mayor sutileza, y otras con menos. El fallo a espadas le privó del triunfo.
La floja condición del tercero no impidió que Roca Rey encendiera los ánimos de los tendidos con rapidez tras un emocionante inicio con pases cambiados por la espalda en la distancia corta. Sin embargo su antagonista se apagó demasiado pronto impidiendo alcanzar mayores cotas. En el sexto el peruano destacó en un notable manojo de verónicas, mejores las ejecutadas por el pitón derecho. En el último tercio dilató su labor hasta arrancar una oreja después de darle pases de toda ralea. En su ejecución primó la cantidad sobre la calidad, llegando a resultar algo tedioso.