Plaza de toros de Alicante. Corrida de toros. Lleno de “No hay billetes”.
Se lidiaron toros de, por este orden: Juan Pedro Domecq, Garcigrande, Victoriano del Río y Domingo Hernández. Manejables en general. Mejor el segundo.
José Tomás, en solitario: ovación; dos orejas; oreja y ovación tras aviso.
Saludó en banderillas Rafael Viotti en el tercero, y Miguel Martín en el cuarto.
José Tomás abrió ayer domingo la puerta grande de la plaza de toros de Alicante tras cortar tres orejas (dos al segundo y una al tercero), que acallaron las voces que lo desahuciaban después de no lograr la catarsis que acostumbra el pasado 12 de junio en Jaén. Pero no fueron las orejas lo verdaderamente relevante; fue la dimensión de torero descomunal que volvió a mostrar cuando delante tuvo oponentes que le permitieron mostrar su Tauromaquia.
José Tomás dio su mejor versión ante el segundo de la tarde, al que cuajó de forma sublime al natural. Series interminables con la mano baja (hasta quince en una de ellas), con el toque y el bamboleo de la muleta propios de los elegidos. Faena intensa y emocionante que rubricó con una estocada y que propició la concesión del doble trofeo al instante.
Con el tercero, un toro que se dejó entero en el caballo y que tuvo mucho que torear, José Tomás se puso muy de verdad desde el principio. Lo sometió y lo toreó extraordinariamente bien por el derecho. Una voltereta muy aparatosa no impidió que el arrojo del de Galapagar volviera a la cara -sin alteración aparente en su pulso- para rematar una faena llena de emoción con unas extraordinarias manoletinas. Otra oreja de ley.
El primero de la tarde tuvo nobleza y el de Galapagar lo toreó con la pureza y el ajuste al que acostumbra. Sirvió como prolegómeno de lo que vendría después y referido anteriormente.
El cuarto, un toro de Domingo Hernández, se paró, pensándoselo mucho antes de arrancar, y le costó empujar. José Tomás le puso todo pero no remontó el vuelo la faena. Se atascó con la espada y quedó en un silencio que pronto se volvió euforia al sacarlo en hombros entre vítores.
Y creían que se había ido…