Se lidiaron toros de El Parralejo, bien presentados y de interesante juego en conjunto, destacaron primero y cuarto, toro marcado con el número 66 de nombre Oloroso, castaño y de 528 kilos, que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Miguel Ángel Perera, oreja y dos orejas.
Paco Ureña, ovación tras petición y silencio.
Borja Jiménez, oreja y ovación.
Más de media plaza.
Agustín de Espartinas saludó en banderillas.
Si la tarde del martes el componente toro destacó sobre el toreo con una extraordinaria corrida de Santiago Domecq, ayer miércoles la balanza se niveló y, además de embestir mucho y bien, vimos torear en igual medida.
La corrida de El Parralejo, algo desigual de hechuras, permitió plasmar el concepto taurino que Miguel Ángel Perera, Paco Ureña y Borja Jiménez portan en sus muñecas en la actualidad.
No es que el concepto de Perera haya cambiado en demasía en los 20 años de alternativa que acumula, apenas nada nos atrevemos a decir, pero su tauromaquia sigue siendo tremendamente meritoria. Sobre todo si se aplica a ejemplares como el primero de la tarde, al que apenas picó, y que se movió con brío y con cierta aspereza. No dudó el extremeño y le plantó cara sometiéndolo con el poderío de su brazo, su muleta y su bragueta. Así hasta cortarle una oreja que, sumadas a las dos cortadas al castaño cuarto, al que cuajó una faena repleta de mando suave y muletazos de trazo extenso, le abrió de par en par la Puerta del Príncipe de Sevilla. Al toro, por cierto, está vez sí, se le concedió la vuelta al ruedo. Y el del martes de Santi Domecq sin tal honor…
Paco Ureña también debió haber paseado una del segundo, pero un trasteo con ciertos altibajos no despertó el entusiasmo de los tendidos a la hora de pedir el trofeo, mientras que en el quinto, con la resaca de la faena de Perera al cuarto, el de Lorca anduvo difuso y sin convencimiento ante un toro que tampoco derrochó clase ni entrega.
Borja Jiménez, por su parte, volvió a demostrar que ve toro en todos lados. El sevillano cimbreó la cintura y llevó largo y sometido al buen tercero, del que le fue concedida una oreja, y con el sexto de nuevo evidenció que está para reventar la temporada a poco que uno meta la cara, que y él meta la espada.
Fotos Arjona/Pagés