El novillero Rubén Aparicio ha sido en la noche de hoy jueves el encargado de pronunciar el tradicional Pregón Taurino que prologa la Feria Taurina de la Virgen del Prado de Ciudad Real. El escenario, este año, fue el Antiguo Casino de Ciudad Real, un magnífico enclave para un acto de este tipo.
Rubén mostró con la palabra las mismas buenas formas que le caracterizaron como torero, en una carrera tan digna como breve, aunque vivida con toda la intensidad de un sueño a veces aparentemente alcanzable. En su intervención Rubén Moya Aparicio -Rubén Aparicio en los carteles- recordó cómo le deslumbró el toreo de Luis Miguel Vázquez una tarde en Torralba, también el de Antoñete, rememoró los tiempos en los que comenzó su andadura en la inicial Escuela Taurina de Ciudad Real, hace ya doce años, su aprendizaje al lado de todos los maestros que allí tuvo, y su sueño por llegar a tomar la alternativa en la plaza de toros de Ciudad Real.
Durante el pregón, en el que destacó una elegancia que siempre le acompañó, tanto de paisano como vestido de luces, Rubén dio las gracias a todos aquellos que le alentaron de una u otra forma en su trayectoria, con especial detenimiento en sus padres quienes, paradójicamente, más le apoyaron, aunque nunca dudaron de que la prioridad siempre deberían ser -como fueron- unos estudios que le llevaran de vuelta al mundo real porque, como le decía su maestro Paco Alcalde, entre otros, ser figura es un milagro, y milagros hay muy pocos.
Rubén puso el broche a sus palabras, valientemente, a la guitarra, cantando “De purísima y oro”, del muy taurino Joaquín Sabina.
El acto estuvo presentado por Juan Luis Huertas, y contó con la presencia en la mesa de invitados de la Dulcinea y el Pandorgo 2017, así como el concejal José Luis Herrera y el presidente del Ateneo Taurino Manchego, Antonio Espadas. Igualmente acudieron un gran número de aficionados que casi llenaron el salón.