Plaza de toros de Cinco Casas (Ciudad Real). Corrida de toros. Alrededor de cuatrocientas personas en los tendidos.
Se lidiaron seis toros de Guadajira, de correcta presencia. Faltos de casta y entrega, soltando la cara de manera defensiva. Mejor el quinto, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Manejable el cuarto.
Miguel Tendero: silencio y dos orejas.
Calita : oreja y dos orejas y rabo.
Mario Sotos: dos orejas y dos orejas.
La tarde de ayer sábado fue de toros pero no taurina en plena Mancha. Tanto la lluvia intermitente como el viento molestaron a toreros y público. A ello hay que sumar la falta de entrega, recorrido y calidad en la mayoría de los toros de Guadajira lidiados en Cinco Casas.
Lo más destacado de la corrida llevó la firma de Calita, un torero que el año pasado ya cruzó el charco queriendo hacer temporada europea, y que dejó muestras de la – gran- clase de torero que es. Ayer, en Cinco Casas, arreó como un novillero.
Su primero pegó taponazos por los dos pitones. Anduvo muy firme Calita, con los pies clavados en la arena, tirando del toro por abajo para evitar, a la vez, el derrote constante y el molesto viento. Le robó alguno templado y ceñido, vulgarizándose en el tramo final.
Lo más notable lo vimos en el quinto, que fue el de mayores cualidades, sobre todo por el pitón derecho. El mexicano lo exprimió por ese lado, despatarrado y muy entregado; tanto que agotó el ímpetu del toro, que acabó sin apenas pasar, amontonándose de nuevo el mexicano en el epílogo de la faena, rematado de entera desprendida. Tal efectividad al primer intento le brindó la concesión exagerada del rabo. Para el toro también hubo premio en forma de vuelta al ruedo.
Miguel Tendero instrumentó un trasteo de pundonor sin limpieza en el que abrió plaza, al que mató deficientemente, claramente mermado por no poder manejar la espada en plenitud por la rotura de uno de los dedos de la mano diestra. Por su parte en el cuarto, que resultó manejable, el de Albacete se relajó – o eso pareció- descolgándose de hombros en varios derechazos cortos pero con mensaje. Con el toro apagado atacó él, cortando dos orejas tras pinchar una vez y dejar estocada entera caída.
De la actuación de Mario Sotos cabe señalar el torero inicio de faena al tercero doblándose por abajo con el de Guadajira, algún derechazo de buen aire, además de la buena estocada con la que rubricó un trasteo en el que el toro dudó, como también lo hizo alguna vez su matador. Ello no impidió que a sus manos fueran dos orejas.
El sexto también resultó bronco, aunque algo menos por el derecho. A la faena le faltó hilo argumental y suavidad en el manejo de las telas, si bien algún derechazo reseñable también hubo. Sotos volvió a enterrar la espada a la primera, esta vez con más habilidad que contundencia, y de nuevo paseó el ruedo con dos pelúas en sus manos.