Un termómetro infrarrojo abre las puertas en el regreso a las aulas con una “nueva realidad educativa” en la que se cuida con esmero las medidas de seguridad sanitaria teniendo como objetivo no relajarse en su aplicación para evitar contagios.
“Quién lo iba a decir cuando nos despedimos en marzo que nos íbamos a volver a ver en estas circunstancias, todos con mascarilla”, pero “la buena noticia es que nos volvemos a ver, nos miramos a la cara, volvemos a estar cerca y hablamos sin pantalla de por medio”, resume Elena Garrido, directora del colegio Jorge Manrique, que resalta que los alumnos han regresado “muy colaboradores, tranquilos, con muchísima ilusión, venían de casa sabiendo perfectamente lo que tienen que hacer, cómo tenemos que comportarnos todos y la verdad es que nos lo ponen fácil”, lo cual “nos ayuda y da confianza”.
“Tenían muchas ganas de regresar los chicos y los maestros también de verlos cara a cara porque han sido momentos muy duros, situaciones complicadas de familiares, a nivel profesional y personal, y teníamos ganas de mirarnos a los ojos y decirnos estamos aquí”.
De forma escalonada, este miércoles acudieron los alumnos de 4º a 6º de Primaria, el jueves lo harán los de 1º a 3º y el viernes los de Infantil de un centro que por sus ratios y amplitud de instalaciones puede aplicar la distancia de un metro y medio entre los puestos reservados a cada alumno en todas sus aulas, no sólo en la obligatoria de 3º a 6º. Dispone también de un patio en el que se ha delimitado una zona específica para cada curso en el recreo, se ha acometido la señalización para guiar el tránsito en pasillos y zonas de desplazamiento y se procede a tomar la temperatura a los alumnos en el acceso al colegio y la higienización de manos al menos cinco veces al día mediante lavado con agua y jabón y geles hidroalcohólicos, además de transmitir indicaciones como llevar la mascarilla, no intercambiar material escolar, no tocarse los ojos y taparse con el codo al estornudar.
El Jorge Manrique tiene asignada una enfermera del Centro de Salud de Pío XII, con la que “nos hemos puesto en contacto para ir previniendo y recibiendo información y formación”, expone Garrido, que indica que han realizado un plan de contingencia y el centro se ha dividido por sectores y zonas, determinando qué cursos se imparten en cada uno y los alumnos y docentes que entran en los mismos, para en el caso de que hubiera que crear “una especie de cortafuegos” y cerrar tan sólo una parte o sección del centro.
En sus aulas
Así mismo, los alumnos, salvo en Educación Física que se impartirá en espacios amplios delimitados en el patio y sin hacer ejercicios extenuantes para poder respirar de manera cómoda con la mascarilla, permanecen en sus clases en lugar de desplazarse a aulas específicas de cada materia, con lo que son los tutores especialistas los que acuden a cada curso con el cumplimiento de medidas mínimas de mascarilla, higiene de manos y distancia interpersonal, explica Garrido, que indica que, a nivel educativo, van a tener que “reinventar estrategias muy habituales y recomendables como el trabajo de grupo” con acciones manipulativas en las que se compartían materiales. “Vamos a intentar buscar la manera de compensar ese trabajo comunitario que es muy importante para los alumnos y quizá lo necesiten más que nunca”, señala la directora de un colegio que, por otra parte, este año da la opción en el servicio de comedor a que los alumnos recojan el menú en el centro y se lo lleven a casa.
En torno al 80 por ciento de los alumnos convocados este miércoles en el Jorge Manrique a comenzar el curso acudieron a clase, estima Garrido, que reconoce que los padres están “preocupados, con incertidumbre. Es normal, es su tesoro, lo que más quieren son sus hijos” y los docentes “intentamos darles confianza”. En este centro, “nos conocen bastante bien, tenemos una relación estrecha con las familias y nos preguntan dudas”, para lo que se ha habilitado una dirección de email específica, en la que se resuelven inquietudes concretas y “poquito a poco van a confiando e incorporándose a esta nueva realidad educativa”.
Entre los profesores, al igual que en el resto de la sociedad, hay cierto desasosiego, atentos a “cómo marcha el tema de los contagios”, ya que, al final, no deja de ser el maestro o maestra quien está dentro de la clase con un número de alumnos, pero también a este respecto “tenemos cierta tranquilidad” porque “cumplimos de largo con la normativa en todas las aulas respecto a la distancia, lo que nos permite respirar un poco más tranquilos”.
A largo plazo
A los padres y madres al dejar este miércoles a sus hijos a la puerta del colegio se les veía como ‘cruzando los dedos’, anhelando que no pase nada que haga retroceder en materia de seguridad sanitaria. “Así estamos nosotros, muy vigilantes en seguir manteniendo la distancia de seguridad, y deseando que todo vaya bien, que vaya pasando las semanas, que sigamos viniendo todos y que no tengamos casos de cuarentena ni que aislar sectores ni secciones”.
A este respecto, subraya que lo que transmitió al claustro de profesores es que “lo difícil no va a ser empezar por muy diferente y extraño que nos parezca, lo difícil va a ser mantenernos, no relajarnos con las medidas. Ahora mismo somos muy conscientes, lo tenemos muy fresco y a flor de piel y lo que tenemos que vigilar es que llegue octubre y noviembre y sigamos con la misma rigidez en mantener la distancia y la higiene, que con el día a día no nos vayamos relajando como si no pasara nada, puesto que sí pasa. Lo difícil es mantenerse y lo que realmente tenemos que hacer es el esfuerzo de mantener las medidas a largo plazo”.