Lita Mora, una de las artistas plásticas más reconocidas de España, habla de sus 45 años de trayectoria, por la que ha transitado con total libertad desde el punto de vista creativo, aunque llama la atención sobre las “penosas” cifras de este mercado en España, donde las mujeres son todavía una minoría.
No hay más que consultar los datos del informe de ARCO de 2018 para comprobar que en el arte, uno de los ámbitos productivos más abiertos, también hay desigualdad.
Según el análisis, sólo el 6% (84) de los artistas individuales que participaron en la prestigiosa feria (1.323) eran mujeres españolas, una cifra que representó el 24,2% del total de firmas nacionales (346) y el 25,3% del número de mujeres creadoras (335) del certamen.
En la misma línea se movió el porcentaje de obras femeninas presentes en las galerías (el 40% dirigidas por hombres y el 34%, por mujeres), en mínimos, al copar sólo el 7 y 9% del total de la producción a la venta.
Mora lamenta estos datos que reflejan la aminorada presencia de las artistas en los circuitos comerciales del arte, a pesar de la alta presencia de alumnas en las facultades y unos “brillantes currículums que posteriormente no promocionan”.
En opinión de la artista, de origen gaditano y afincada en Ciudad Real, la escasa visibilidad de las artistas en un certamen internacional como ARCO es una tendencia que apenas ha cambiado en las últimas décadas. “Hay menos artistas y galeristas femeninas, al margen del nivel artístico”, ya que, tradicionalmente, los hombres no están penalizados por la maternidad y la familia, y se proyectan con una carrera “más estable en el trabajo”.
Pero esta influencia masculina, a su juicio, tampoco es gratuita para las mujeres, que son las que en muchas ocasiones apoyan a los varones artistas, frente a la doble o triple jornada de sus colegas femeninas.
Y aunque no ha sufrido directamente los efectos de la desigualdad, como mujer que cuestiona las relaciones sociales, repara en otros datos también discriminatorios para ellas, como es su participación en exposiciones colectivas.
El panorama apenas ha cambiado en 30 años.
En el año 86 fue la única mujer seleccionada en la muestra titulada ‘El sueño de Madrid’, que pasó por Turín y Roma, donde había 8 hombres, o la de un año después de ‘Joven pintura española’ en la Sala Amadís de Madrid, con dos pintoras de un total de diez.
Diez años después, en 1998, participó con obra en la Colección del Museo de los Ángeles de Lucía Bosé, junto a otras 6 mujeres y 44 hombres, al igual que en 2015 en la colección Benetton sólo hubo un 24% de artistas femeninas (57) de un total de 236 hombres.
En el caso de las 14 galerías abiertas en Madrid, comenta la escasa presencia de artistas femeninas, que oscila entre el 0% (hay una que sólo tiene hombres) y el 38% (algunas alcanzan el 4% o el 7%), y sólo una trabaja de manera paritaria, con el 50% de creadores y creadoras.
Para frenar esta realidad aboga por “potenciar más el sexualizARTE”, una denominación referida a dar impulso al protagonismo femenino en los espacios artísticosy a introducir la perspectiva de género en todos sus ámbitos
Pintora de vocación
Mora pertenece a una familia “liberal” que practicó y practica la igualdad de manera natural. “Nunca me sentí discriminada por el machismo, tuve mucha suerte”, relata, a la vez que vincula su vocación a la de su tatarabuela, que pintaba cuadros enormes de corte religioso. Recuerda que aquella mujer adelantada a su tiempo creaba imágenes de la Inmaculada o San Francisco, que no firmaba para poder depositarlos en los templos. Tuvo una gran producción, que ahora custodian sus numerosos familiares.
La también profesora de Dibujo Artístico de la Escuela de Artes ‘Pedro Almodóvar’ lleva pintando desde los 15 años, una época en la que contaba los veranos por los cuadros que terminaba, y en su universo en torno a las leyendas, mitos, héroes y heroínas ha reflejado inequívocamente la equidad social como base de las relaciones humanas.
Desde su Cádiz natal, inició la carrera de Bellas Artes en Sevilla, que terminó en Madrid, donde tuvo la oportunidad de ampliar sus claves estéticas en el marco de la “explosión” cultural de la Movida. En esa etapa intensificó su producción y participó en exposiciones colectivas dentro y fuera de España en lo que fue un despertar artístico con nuevas y variadas iconografías.
Vivió la movida madrileña, una “explosión cultural” que la llevó a viajar junto a otros artistas por países europeos con exposiciones colectivas porque afortunadamente “se invertía mucho” en cultura.
“Fue una época estupenda”, sostiene.
Como estudiante universitaria vivió algún micromachismo que no le afectó, al tratarse de comentarios de profesores sin ninguna base científica y sin mayores consecuencias.
En Sevilla oyó a un docente asegurar que fisiológicamente las mujeres no estaban capacitadas para el dibujo, y en su etapa de Madrid, otro señaló que las alumnas de ese momento no iban a tener futuro.
Al principio de los años 90, sin dejar nunca de pintar, recaló en la actual Escuela de Arte Antonio López de Tomelloso como profesora, un entorno rural de horizontes abiertos que, de alguna manera, según reconoce, sumó claves a su imaginario artístico.
“Me gustó mucho porque me encanta dar clase”, recuerda.
Como enseñante, Lita Mora interactúa con sus alumnos, receptivos e igualitarios, con los que nunca ha tenido problemas. “Son creativos y con una mentalidad abierta, y quieren hacer cosas nuevas, pintando, dibujando o creando videojuegos”, explica.
Señala que la expresión artística es una herramienta que en momentos como este, “con cierta involución social”, puede ayudar a consolidar los avances de las mujeres, y en vísperas del 8 de marzo reclama la participación y el activismo para reivindicar los derechos de más de la mitad de la población.
“Hay que hacerlo más que nunca”, manifiesta.
Mora es muy conocida en el mundo artístico nacional e internacional y atesora un acervo de 23 exposiciones individuales y 38 colectivas dentro y fuera de España
Entre las últimas exposiciones que ha protagonizado ha sido ’Armas de mujer’ en Huelva, junto a otras colegas para representar la pujanza de la mujer en el arte español de nuestros días.
Tiene en cartera dos proyectos, uno de ellos será una instalación en una sala pequeña de Sevilla “para hacerla grande”.