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Nos quedaremos con la duda

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Plaza de toros de Puebla de don Rodrigo. Algo más de media entrada.

Se lidiaron seis toros de Toros de Mollalta, bien presentados. El primero tuvo calidad en el último tercio, el segundo fue reservón y le faltó entrega, tercero algo descoordinado, cuarto noble con calidad aunque el fuelle justo, quinto encastado sin entrega, sexto muy encastado.

Sánchez Vara: oreja y dos orejas.
Emilio Huertas: oreja y silencio tras aviso.
Gómez del Pilar, que sustituyó a Manuel Escribano: oreja y silencio tras aviso.

Sánchez Vara salió a hombros.

Cuando en un festejo se lidian toros de una ganadería paisana, como el caso que nos ocupa, todo se ve con otros ojos. No más benévolos, pero sí más analíticos. Y la corrida de Toros de Mollalta lidiada hoy jueves en la placita de Puebla de don Rodrigo, sin ser buena, tampoco fue mala. Y nos da la sensación de que podría haber sido mejor si las condiciones hubieran sido más favorables. Por ejemplo, si el quinto hubiera caído en manos más expertas y confiadas, si hubiera habido más luz y menos brusquedad en las telas en el último de la tarde, si el tercero no se hubiera desgastado tanto en la manga de chiqueros antes de salir a la plaza algo descoordinado… Todo son conjeturas, desde luego, así que no hay respuesta infalible. Nos quedaremos con la duda.

Sánchez Vara, triunfador numérico del festejo y a quien correspondió el mejor lote, no se confió con el primero de la tarde, un ejemplar astifino que rompió a embestir con calidad en el último tercio después de que en los dos primeros no hiciera albergar demasiadas esperanzas. Fue un trasteo periférico, sin apreturas y ejecutado a media altura con cierta templanza. El cuarto también se dejó, sobre todo en las cuatro primeras series. Tras un comienzo muy torero y ceñido, lo pasó sin apretarlo demasiado, dejándole un tiempo porque no le sobraba el fuelle, el torero alcarreño logró un mayor ajuste que en su primero, tirando de desplantes cuando el de Mollalta se apagó. Remató con una buena estocada entera arriba cobrada al primer intento siéndole concedidas las dos orejas.

A Emilio Huertas le correspondió un lote áspero, aunque con movilidad. Su primero, reservón, embistió sin ritmo ni entrega pero con cierta emoción. En un descuido arrolló al torero manchego, que voló por los aires levantándose sin equilibrio. Volvió a la cara para terminar con su antagonista de entera arriba, abriendo y cerrando su casillero. Su segundo fue al caballo del picador hasta en cuatro ocasiones, a pesar de lo cual el de Mollalta tuvo chispa y acometividad, de nuevo sin ser un superclase, pero con vibración. Huertas anduvo voluntarioso aunque poco confiado, queriendo dar el paso adelante, pero sin darlo de verdad. En éste marró a la hora de matar.

El primero de Gómez del Pilar bregó mucho en la manga de chiqueros  antes de salir al ruedo; tanto que salió con los pitones casi escobillados y con movilidad descoordinada, por lo que él trasteo no tuvo fuste. En el que cerró el dilatado  festejo -tres horas- pinchó una faena vibrante de escasas sutilezas en el manejo de las telas a un toro encastado con movilidad algo informal pero que agradeció cuando Gómez del Pilar tiró de su embestida con templanza y longitud, algo que apenas ocurrió. El fallo a espadas le privó de acompañar a hombros al director de lidia.

Como curiosidad diremos que el sexto toro era hermano del toro Peleador, indultado por Iván Fandiño en Íscar en 2016.

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