Gerardo lo tiene claro. En el mercadillo, se encuentra “buena calidad, buen género y buen trato”. Echaba de menos la posibilidad de acudir a comprar a puestos instalados al aire libre, comparar variedad de productos y adquirir frutas, verduras y hortalizas de “nuestra tierra”, comenta, para indicar que, a su juicio, los espacios de venta no cerrados son una buena opción, más aún en la actual situación generada por la pandemia, para hacer la compra.
La gente acude al mercadillo porque “la fruta que traemos es muy fresca y muy buena. La clientela viene por la calidad”, aparte de una buena atención que fragua una confianza que en bastantes casos es de muchos años, comenta la bolañega Ángela que, junto a su marido Eugenio y sus hijos José Antonio y Eugenio, han vuelto a atender este sábado a muchos de sus fieles clientes que han acudido este primer sábado de reapertura del mercadillo en La Granja.
Con un aforo máximo para 195 personas que podían avanzar en sentido único, sólo hacia adelante desde la entrada a la salida, para comprar en los 35 puestos instalados, un total de 2.013 personas han visitado el mercadillo y llenado bolsas, sobre todo, de “frescura”.
“Ha habido un cambio radical desde lo que dejamos”, allá a primeros de marzo antes del confinamiento, que era la época sobre todo de la mandarina y naranja, mientras que ahora, con la llegada de temperaturas veraniegas, se demanda sobre todo “fruta de verano” como el melocotón, la nectarina, la picota y la sandía, sin olvidar el pepino y el tomate del terreno para la ensalada, exponen Ángela y Eugenio.
Al aire libre
Había ganas de volver a la actividad. “Uff, no lo sabes” bien, “qué ‘canseo’ de estar encerrados”, una situación “horrible para nosotros, los compradores y todo el mundo”, señala Fermina, que aprecia el plus de calidad que ofrece el mercadillo porque “no es igual comprar en un sitio cerrado que al aire libre. Lo veo como más sano” y a mucha gente “le gusta más”.
El lugar, poco después de la entrada, que le ha tocado en el puesto en el que atiende no le ha gustado mucho. “Los posición que nos han dado como que no…”, ya que “primero pasan por aquí”, quieren ver un poco más de lo que hay sin ir cargadas todo el trayecto hasta la salida, y ya no vuelven, mientras que antes “reenganchabas” algún cliente a la vuelta. Pero “nada, es lo que nos ha tocao, qué le vamos a hacer”.
Eloísa, de Bolaños, ve bien las medidas de seguridad aplicadas, sus ventas han sido más “flojas” que de costumbre, pero estima que el mercadillo está de nuevo arrancando y se trata “del primer día”. No obstante, considera que el horario debería ser más amplio, no sólo de nueve de la mañana a una del mediodía; algo en lo que coincide Eva, de La Solana, para quien se debería extender por delante y por detrás, ya que dos ‘golpes’ fuertes de venta son a primera hora, a las ocho, para la gente que entra a trabajar a las nueve, y la una, que es ahora justo cuando se cierra.
Eso sí, sus clientes ‘fuertes’ no han faltado a la cita y “no hemos parao” en toda la mañana. A nivel personal, estaban anhelando que el mercadillo recuperara la actividad: primero por la “ruina” que supone su cierre a nivel económico y segundo por “estar ocupados”, porque, aunque siempre hay trabajo en el campo para los hortelanos, “no es lo mismo” que la relación con el cliente, con la que además se vende el producto.
Hortelanos
Se trata del “primer día de venta y la cosa no está funcionando mal, pensaba yo que iba a ser peor. La gente está viniendo despacio porque no todo el mundo sabía que había mercadillo y a ver si se van animando y viene más gente los siguientes sábados”, agrega José Luis, de Malagón, que confiesa que “estábamos deseando volver porque somos hortelanos, tenemos muchos productos en la huerta y había que darle salida de alguna forma”.
Durante este tiempo con los mercadillos inactivos, “algún producto ha habido que tirarlo y a otros le hemos dado salida al por mayor a través de los almacenes de la fruta”, relata el vendedor malagonero, para quien la variedad de propuestas beneficia a todos los puestos y, en ese sentido, echa en falta la presencia de otros artículos como la ropa y calzado, aún no permitidos en el mercadillo y cuyos clientes aprovechaban ya de paso para comprar frutas y verduras.
“La gente está respondiendo, un poquito descolocados por ser el primer día, pero bien. Teníamos ganas de volver, hemos estado un ‘tiempecico paraicos’ y está la ‘cosica’ muy mal. Hay que volver a retomar la marcha de siempre”, agrega Jonathan, de Tomelloso, que asegura que “ha sido duro todo este tiempo parado para los que dependemos de esto”.
Para Ramón, de Ciudad Real, la reapertura ha estado bien para “nosotros, los fruteros”, pero no ha sido “muy católica” para todos porque se “ha quedado mucha gente” fuera como las familias que venden calzado y textil como ropa y retales. A nivel personal, después de dos meses y medio o tres meses sin vender, sin ingresar dinero, “los ahorros que tenía nos lo hemos comido”, con lo que habrá que “otra vez que ahorrar”, aunque “va a ser muy difícil porque no se vende como antes” al estar el aforo limitado a 195 personas.
Fidelidad
Roque, de Membrilla y con un puesto de frutos secos y golosinas con el que lleva viniendo a vender a Ciudad Real desde hace 35 años, afirma que están “bastante ilusionados” con la reapertura ya que, “después de tanto tiempo parados, empezar es bastante importante aunque no haya mucho público”, pero, a su entender, “poco a poco se irá animando la gente a venir” conforme “se le vaya el miedo un poquito” tras la difícil situación de estos meses.
A su puesto, han acudido este sábado bastantes clientes fijos en busca de productos que “no encuentran en otros lados” con la misma calidad como los frutos secos y determinados caramelos. La fidelidad de los clientes al mercadillo se debe a que hallan “precios razonables y bastante calidad. Como no les engañas vuelven, que es lo principal”, subraya, para indicar su postura favorable a las medidas de seguridad dispuestas como el distanciamiento, uso de mascarillas y circular en un sola dirección, aunque, en relación con ésta última, cree que, si es tan eficaz, también se debería aplicar en las grandes superficies.
“Porque hay mucha variedad, es más económico y me gusta”, ya que “solemos comer mucha fruta en casa” y puedes adquir un “producto muy fresco”, así como que mucho de lo que se puede comprar es ‘de la tierra’, María José afirma que suele “venir a comprar” al mercadillo y resalta que, “ahora mismo, con el Covid-19, te da más garantía comprar al aire libre que en un sitio cerrado”.
Precios más asequibles
“Llévate tomates de Iniesta que son especiales para seguir la fiesta”, exclama el villarrubiero Juan Carlos Iniesta, residente en Urda, que dice que los albaricoques y sandías que vende son “azúcar de comer”. Los melocotones, así como las cerezas, que han bajado mucho ya que de los diez y doce euros a los que se vendían él las ha puesto a disposición del cliente a tres euros y “se han vendido muchísimas”, también las recomienda Iniesta, que sostiene que, “cuando se han reactivado los mercadillos, los géneros han bajado porque con el coronavirus la gente ha pagado la fruta muy cara”.
En el mercadillo, así mismo, se pueden comprar productos del terreno que “no tienen nada que ver” con los que se venden en otros sitios, agrega.
A la reapertura del mercadillo, asistió la concejal de Consumo, Ana Belén Chacón, que resaltó que las medidas aplicadas para su funcionamiento responden a garantizar la seguridad de compradores y vendedores. También instó a los clientes a hacer una compra responsable y fluida, sin agolparse en un determinado puesto ni entretenerse en exceso, además de animar a todos los ciudarrealeños a acudir al mercadillo para adquirir productos de calidad y reactivar la economía.