Plaza de toros de Almodóvar del Campo. Primer festejo de feria. Menos de media entrada.
Se lidiaron seis toros de Torreherberos, de presentación deficiente en cuanto a cuajo de carnes los tres primeros. De correcta presencia el resto Bravo el tercero, y a mejor el quinto, ambos aplaudidos en el arrastre. El resto justos de fuerza y casta.
Curro Díaz: palmas y ovación.
Paco Ureña: oreja y oreja.
David de Miranda: dos orejas y oreja.
Ureña y Miranda salieron a hombros.
Vamos a dar algunos nombres. Nombres de toreros a los que, en este momento, da gusto ver: Diego Urdiales, Pablo Aguado, Antonio Ferrera, Emilio de Justo, Finito de Córdoba… Y Paco Ureña, quien pasa por ser el triunfador de la temporada y quien en lugar de escuchar cantos de sirena se dedica “simplemente” a torear, como ayer hizo en Almodóvar del Campo.
Amenazaba lluvia la tarde, como en tantos otros sitios. No obstante las nubes se alejaron y la amenaza no se consumó. Afortunadamente, porque llevábamos una racha de suspensiones por Ciudad Real últimamente…
La corrida de Torreherberos anduvo justa de presencia en general, aunque cuarto y quinto tuvieron más remate. En cuanto a comportamiento destacaron en positivo el gran tercero y, en menor medida, el quinto, al que Ureña hizo mejor.
Curro Díaz brindó el primero al ganadero de la tarde, Alberto Morales. Y lo haría con la mejor intención, pero el de Torreherberos exhibió tanta clase al meter la cara como falta de fuelle para terminar el viaje. Tras un breve intento, en el que dejó un par de naturales a cero por hora, Curro fue a por la espada, que manejó sin tino. Tampoco mejoró su uso de los aceros en el cuarto, como tampoco tuvo su antagonista condición lucida para que el torero de Linares brillara, yéndose de vacío.
Paco Ureña no se impacientó cuando vio que el segundo quería pero no podía con la misma intensidad. Aguantó hasta el quite para soplarle dos lapas de aire mecido por el pitón izquierdo. Luego, ya con la muleta, el de Lorca tardó en acoplarse, con unas primeras tandas que tuvieron su habitual firmeza y verdad, pero que resultaron demasiado tropezadas. Poco a poco le fue cogiendo el aire, por el izquierdo de nuevo fundamentalmente, logrando algunos naturales de cintura quebrada y gran composición, que a veces quedaban difuminados por la claudicación de su antagonista. Eso sí, se tiró a matar como si no hubiera un mañana, y dejó una estocada entera fulminante que hizo guardia por abajo ya que el de Torreherberos andaba justito de corpulencia. Una oreja fue a sus manos.
Su segunda faena fue una oda a la confianza en un toro, y a la suavidad, porque a ciertos toros hay que tratarlos con sutileza para que desarrollen la calidad que puedan llevar dentro. Y Ureña se la brindó, en un trasteo ensimismado, templado, entregado y, por momentos, sublime, a un buen toro que fue a mejor, porque lo tenía dentro, y porque se lo supieron sacar. A pesar de fallar a espadas -tirándose como un cañón- se le pidió la oreja, concedida. Ureña, magnífico.
El tercero fue otro ejemplar escurrido, aunque éste fue bravo, y persiguió la muleta con codicia, si bien no le sobró el ritmo. David de Miranda se puso con firmeza pero no terminó de encontrar la fórmula de acople óptima en cuanto a distancia y trazo. Hubo fases aisladas de muy buen son, intercaladas con otras menos armoniosas. Sin embargo mató a la primera y se le concedieron las dos orejas, a pesar de haber quedado por debajo de su oponente.
El sexto tuvo clara tendencia a tablas y pocas ganas de embestir, lo cual no impidió a David de Miranda sumar un nuevo trofeo a su cuenta, basando su trasteo en un arrimón.