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El tiempo y el cambio de hora

Cambio de hora para adoptar el horario de invierno

El cambio de hora al que nos enfrentamos la madrugada de este último fin de semana de octubre podría ser de los últimos si prospera la propuesta de la Comisión Europea que se inclina porque el último cambio obligatorio se produzca a finales del próximo mes de marzo. No obstante, a partir de esta fecha y si los Estados miembros así lo quieren, éstos tendrán la oportunidad de llevar a cabo un último cambio, con el que volverían al horario de invierno para siempre. Según lo previsto, dentro de un año, octubre de 2019, el horario quedará invariable para todos los países, razón por la cual tendrán que tener previsto de antemano si optan por quedarse con el horario de verano o por implantan para siempre el de invierno.

La Comisión ha introducido el debate sobre el cambio de hora en Europa una vez que aquélla se ha visto abrumada por el sentir mayoritario de la ciudadanía que se ha mostrado partidaria de acabar con esta práctica bianual tan escasamente rentable –muchos dudan del ahorro energético- como de un gran impacto en la vida cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas europeas.

Para sorpresa de muchos, el anuncio de Bruselas se coló entre los grandes asuntos europeos una vez que tuvo conocimiento de los datos de una encuesta a través de Internet y cuyos resultados se dirigieron mayoritariamente hacia la implantación de un horario fijo y acabar de una vez por todas con el sinsentido que supone ajustar los relojes y los biorritmos dos veces al año y un año detrás de otro.

 

Posponer decisiones

En estos tiempos de consumo rápido de noticias, desconozco dónde se encuentra hoy el debate sobre la aplicación de los resultados de esta encuesta europea, en países como España. El tiempo pasa y juega en contra de posponer decisiones que afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos, sobre todo si el camino no se recorre con tiento. Es necesario conciliar las distintas sensibilidades que puedan existir en este país como, por ejemplo, entre gallegos y menorquines sobre una misma opción horaria. Aunque sólo sea por razones geográficas, el horario no les afecta de la misma aunque, llegado el momento, habrá que llegar a acuerdos.

Si como asegura Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión, “el cambio de hora debe ser suprimido” de cara a la próxima celebración de las elecciones europeas -mayo de 2019-, entiendo que el debate debería estar en la calle a no ser la decisión haya sido pospuesta para el último minuto, es decir, para dentro de un año. Llegados a este punto mi pregunta es si seríamos capaces, si estamos en momento de convenir un acuerdo, el que fuere, precisamente en una etapa tan compleja como la que vivimos ahora tal y como vemos casi a diario. Con todo, la realidad se impone y esta madrugada del último fin de semana de octubre asumimos otro cambio de hora, en este caso, el más beneficioso para el descanso.

Tras más de 40 años soportando esta práctica en España,- generalizada en los Estados miembros en 1996- este podría ser el momento de decidir si regresamos ya a la hora Occidental (la de Londres), la que teníamos en España hasta la II Guerra Mundial tal y como nuestro vecino Portugal o seguimos con la de Berlín como estamos en la actualidad. Abrazar, por decisión del gobierno de entonces, la hora de Europa Central nos ha llevado a vivir con una hora de adelanto respecto al sol en invierno y dos en verano y la lógica dice que éste podría ser el momento de poner orden en este desatino.

Todavía más. Si, además de ponernos de acuerdo en el horario y el huso horario, aprovechamos este revuelo para abordar la racionalización de los horarios, estoy convencida de que el tiempo podría ser mucho mejor, no me cabe duda. Feliz “penúltimo” cambio de hora a todos y todas.

 

 

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