La campaña de azafrán de La Mancha ha sido “irregular y heterogénea”, debido a los efectos de la sequía y el diferente desarrollo agronómico del cultivo, señala el gerente del Consejo Regulador DOP Azafrán de La Mancha, Pedro Pérez.
La previsión, según sus pronósticos, es alcanzar unos 600 kilos en esta campaña, una cifra en la línea con los 625 kilos de 2016 y dentro de la media en esta cifra del volumen recolectado en los últmos años.
Por tanto, la producción de la cosecha, que se adelantó unos días y comenzó a mediados de octubre, será en general “más corta” por los efectos de la climatología en las zonas productoras.
“Hemos pasado de calor a temperaturas demasiado bajas”, mientras que la planta precisa de “valores frescos pero no fríos”, señala Pérez.
Con una media 90 hectáreas en los últimos cuatro años, los resultados de producción del Consejo Regulador para esta recolección se verán compensados con la llegada de nuevos productores en el circuito de la DOP (tiene 400 socios), ante las bajas de los que no hayan solicitado la certificación, o respecto a los que han recogido sus primeras cosechas, con vulvos nuevos que “apenas dan azafrán”.
Castilla-La Mancha es la región más azafranera de España, con más del 97% de producción en zonas de Albacete, Cuenca, Toledo y Ciudad Real. En esta provincia se extiende en las comarcas de Calatrava (siete pueblos), Mancha (19 localidades), Campo de Montiel (nueve muncipios) y Fuente el Fresno en Montes Norte.
Sobre las ventas, el conocido como oro rojo se comercializa al 50% entre los mercados nacional e internacional, aunque “hay empresas que lo adquieren en España y luego lo exportan”, indica Pérez.
Estrategia de márketing
El CRDO está inmerso en un plan de márketing que presentarán el próximo enero, una vez culmine el trabajo del grupo de investigación Marketing y Tecnologías de la Información y de la Comunicación (Marketic) de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), en base al acuerdo firmado con la Denominación de Origen hace un año, con el objetivo de potenciar y poner en valor el azafrán manchego como producto de calidad y como marca de identidad diferenciada.
“La idea es poder plantear un estudio de la realidad del cultivo y para el reconocimiento y visibilidad de la marca y que sepan que existimos”, argumenta Pérez, para quien es necesario que esta acción divulgadora potencie una identidad avalada por su valor que dé ventaja competitiva en los mercados nacionales e internacionales.
Perez insiste en la necesidad de difundir la campaña entre diversos colectivos de la sociedad, con el fin de competir con mejor presencia con el azafrán iraní y para convertir “nuestra única debilidad” en una gran potencialidad.