Amelia es una profesora de canto que recibe en su casa a Ramón que —según va desvelando— necesita clases para para cantar “La golondrina” en la celebración del aniversario de la muerte de su madre. La canción es muy especial para el joven y, por lo que parece, también para la profesora. Amelia vence sus reservas iniciales y acepta ayudar a Ramón.
El espectador percibe enseguida que hay algo más, circunstancia que se va confirmando conforme la clase avanza. Los personajes van revelando episodios de un pasado marcado por el dolor. Todo gira en torno a un ataque terrorista que enfrenta a Amelia y Ramón, las motivaciones del autor o el significado de la masacre les llevan a descubrir la verdad del luctuoso acontecimiento y de sus vidas.
Maura esta estupenda en un personaje (el de Amelia) que parece escrito para ella. La veterana actriz sabe meterse en la piel de una mujer que lucha por no venirse abajo, por aguantar con estoicismo su situación y lo hace con una naturalidad apabullante. Es fría, cortante e irónica cuando toca y sabe emocionar al espectador con sus monólogos. La pena es que no estamos acostumbrados a verla tan lejos, con tanta distancia, en el cine podemos percibir cada gesto de la Maura por mínimo que sea
Balduz es capaz de ir desarrollando la evolución de Ramón. Pasa de una suerte de adolescente despistado a un adulto herido por la pena. Y la hace sin histrionismo, contenido, convincente y con una naturalidad que emociona. Maura y Balduz, frente a frente, hacen que, por momentos, se nos olvide que estamos en una función de teatro, en una ficción, en un entretenimiento de sábado por la noche. En cada giro del libreto vamos descubriendo lo que sienten los personajes y, sobre todo lo que ocultan. Y ello sobre un escenario fijo, sencillo y efectivo.
Un melodrama que poco a poco va llegando al patio de butacas, que pasó de las risas iniciales a la emoción. Y es que, como asegura Ramón, “lo que nos hace humanos es sentir como propio el dolor de los demás”. El público no dudo en premiar a los actores con una ovación de gala; puesto en pie, el respetable hizo que Maura y Balduz saliesen varias veces a saludar.