Fueron muchas las vicisitudes que hubieron de afrontarse para alcanzar ese logro historio tanto por los emprendedores y artífices de este proyecto de desarrollo económico, impulsado, todo hay que decirlo, con especial ahínco por el vecino pueblo de Tomelloso de la mano del ilustre Francisco Martínez Ramírez “El Obrero”. No vamos a entrar aquí a tratar de la génesis y desarrollo de ese proyecto ferroviario ni de los pretéritos intentos por acercar el ferrocarril a estas tierras manchegas que le precedieron y que no llegaron a fructificar por unas u otras razones. Si acaso aportaremos algunas pinceladas de su gestación. Mi intención es dar a conocer aquí de alguna manera como se vivió la llegada del tren a Argamasilla de Alba, relatando siquiera brevemente las principales desvelos, actuaciones de índole municipal y medias que hubieron de llevarse a cabo en el pueblo de Argamasilla de Alba por sus dirigentes y personajes destacados, implicados todos ellos en el objetivo de que este proyecto innovador y de deseado progreso económico para la localidad llegara a ver la luz. Como bien decía mi amigo Miguel Ángel Martínez Cortés en la presentación de su última Tesela, de una u otra forma todos estos personajes locales que estuvieron al frente de sus comunidades, con sus desvelos, aciertos y desaciertos, cada uno en la etapa histórica que le tocó vivir, serían los que pondrían en marcha lentamente ese tren del progreso técnico, económico y social de nuestros pueblos y ciudades. Nosotros, en cierto modo, solo tuvimos que hacer el esfuerzo de subirnos a él. La llegada del ferrocarril a nuestro pueblo no sería sino una estación más de ese largo trayecto hasta nuestros días.
Desde 1852 fueron diversos y numerosos los proyectos para hacer llegar el ferrocarril a nuestra comarca a través de redes secundarias a la red principal de ferrocarriles que incluían a Argamasilla en su desarrollo y que no llegarán a fructificar (Tomelloso-Argamasilla de Alba-Alameda de Cervera-Alcázar de San Juan, Manzanees-Membrilla-La Solana-Argamasilla de Alba-Ruidera-La Roda, Cinco Casas-Argamasilla de Alba-Tomelloso-Socuéllamos). Se trataba en suma de articular la región manchega con una red de ferrocarriles en torno al nudo ferroviario de Alcazar de San Juan. De todos esos intentos únicamente verá la luz la línea Argamasilla de Alba-Tomelloso desde su enlace con el trazado de Andalucía (Cinco Casas).
El 30 de agosto de 1907, a bordo del Giralda, El Rey Alfonso XIII sancionaría la Ley por la que se autorizaba al Gobierno de su majestad para otorgar la concesión de un ferrocarril de vía ancha de servicio y uso público que partiendo de la estación de Argamasilla de Alba (actual cinco Casas), terminara en Tomelloso, pasando por el pueblo de Argamasilla de alba, con arreglo al proyecto presentado en el Ministerio de Fomento por D. Francisco Martínez y Ramírez, y con las modificaciones que en el mismo fuera necesario introducir. Por aquel entonces ostentaba la alcaldía de Argamasilla de Alba D. Francisco Montalbán Parra. Desde ese momento el proyecto inicial será sometido a estudio por el Ministerio de Fomento con diversas propuestas de modificación.
Las características y condicionantes a las que habría de someterse la explotación de este ferrocarril quedarían plasmadas en el pliego de condiciones particulares de fecha 18 de julio de 1911. Dicho pliego exigía que el material móvil que como mínimo habría de disponer este ferrocarril para abrirse a la explotación sería como mínimo el siguiente:
Dos locomotoras.
Dos coches mixtos de 1ª, 2ª y 3ª clase, serie A, B y C.
Dos coches de 1ª clase, serie A.
Cuatro coces de 2ª clase, serie B.
Diez coches de 3ªcclase, serie C.
Tres furgones de equipajes, serie D.
Veinte vagones cerrados, serie J.
Treinta vagones borde alto, serie H.
Cuarenta vagones de borde bajo, serie G.
Como otros datos curiosos cabe señalar que la concesión de explotación se otorgaba por noventa y nueve años y se obligaba al concesionario a transportar gratuitamente la correspondencia oficial y privada así como a los conductores y agentes encargados de su distribución. También habría de transportar gratuitamente a los presos y penados.
Muestra del especial interés y empeño de los pueblos de Tomelloso y Argamasilla de Alba en lograr el éxito de esta empresa, sería la propuesta de ambas localidades de financiar la obra mediante el establecimiento de un arbitrio especial sobre determinadas mercancías que habrían de transportarse en el futuro ferrocarril, subvención que se fijaría en un importe de 600.000 pesetas. Tras su oportuno estudio por la pertinente Comisión parlamentaria del Senado dicha propuesta cristalizaría en la Ley de 26 de junio de 1912. D. Joaquín de Garnica y Sandoval, Marqués de Casa Pacheco y D. Federico Ordax Avecilla, por aquel entonces concejal del ayuntamiento de Argamasilla de Alba, serán claves en este asunto y serían quienes meses antes mantendrán el oportuno contacto con la citada comisión parlamentaria en defensa de los intereses de Argamasilla de Alba.
De este modo el 25 de julio de 1912 en sesión del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba presidida por el alcalde D. Antonio Millán Montalbán se daba lectura por el Sr. Secretario D. Fernando Chacón Hervás, a la citada Ley de veintiséis de junio de ese mismo año por la que se autorizaba a los Ayuntamientos de Tomelloso y Argamasilla de Alba para crear un arbitrio con que subvencionar a la empresa constructora de un ferrocarril que partiendo de la estación de Argamasilla de Alba (se refiere a la actual estación de Cinco Casas y que entonces se conocía por estación de Argamasilla de Alba) y pasando por este pueblo termine en Tomelloso, gravando la uva y sus derivados con una cantidad determinada por unidad, hasta obtener la suma de seiscientas mil pesetas que se cobrarán como dice la Ley, en el plazo preciso que la misma señala, y siempre que el ferrocarril se abra a la explotación en el término que se concede (se establecía un plazo máximo de dos años desde el comienzo de las obras para iniciar la explotación). Se abría así definitivamente tras varias tentativas fallidas, la posibilidad de que por fin fructificara el proyecto de establecer una línea de ferrocarril que permitiera unir las localidades de Tomelloso y Argamasilla de Alba con la línea principal de Madrid a Andalucía, abriéndose así un incipiente e ilusionante escenario de posibilidades de desarrollo económico para esta comarca. El 1 de agosto de ese año la Junta Municipal del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba ratificará dicho acuerdo municipal manifestando sus vivos deseos de que la corporación municipal gestionara asunto de tanta trascendencia como era la construcción de un ferrocarril que haría salir a estos pueblos del asilamiento e incomunicación en que vivían poniéndolos al nivel de los demás pueblos que de tales beneficios disfrutaban. El arbitrio especial se fijará en cinco céntimos sobre el precio de transporte para cada arroba de vino, mistelas y alcoholes y dos céntimos por arroba de uva.
Será el 28 de septiembre de 1912 cuando la corporación municipal reunida en una sesión extraordinaria, reciba con satisfacción la noticia de haberse firmado en Madrid la escritura de constitución de Sociedad con el Banco Hispano-romano, para la construcción de un ferrocarril que había de pasar por este pueblo. Tal será el júbilo que los señores conejales levantarán la sesión en señal de contento uniéndose así a la alegría general que ya en ese día reinaba en la población. La escritura de constitución de Sociedad anónima denominada Ferrocarril de Argamasilla-Tomelloso”, será firmada el día anterior en Madrid ante el notario Sr. Pinies por el concesionario D. Francisco Martínez Ramírez y D. Cayetano Lapoya, director del Banco Hispano Romano. El servicio de explotación sería llevado a cabo por la Compañía de los ferrocarriles de Madrid a Zaragoza ya Alicante (M.Z.A.) según convenio establecido y con autorización obtenida del Gobierno para emplear su material móvil y personal necesario al servicio de esta línea que partiría de la estación de Argamasilla de Alba (actual Cinco Casas) y terminará en Tomelloso, pasando por el pueblo de Argamasilla.
Sabemos que los trabajos de amojonamiento y señalización del trazado de la nueva línea ya estaban iniciados a principios de noviembre de ese año, pues no en vano el ayuntamiento se vio en la necesidad el día diez de ese mes de publicar un Bando pidiendo a los vecinos que respetasen las estaquillas o mojones que se iban colocando para marcar el trazado donde debía construirse la línea férrea. No obstante la inauguración oficial de las obras tendría lugar el día 24 de noviembre de 1912. Hacía días que desde Tomelloso se había promovido la celebración de un banquete para esa fecha invitando a participar en su organización y financiación al ayuntamiento de Argamasilla de Alba, con el fin de obsequiar entre los dos pueblos con una comida a cuantos señores procedentes de Ciudad Real y Madrid pudieran concurrir a dicha efeméride. El ayuntamiento argamasillero como no podía ser de otra manera aceptará el ofrecimiento con el fin de salir airoso del compromiso haciéndose cargo de un tercio del total del coste de dicho ágape que ascenderá a 570 pesetas.
Al acto de inauguración que tendrá lugar en la que entonces era la estación de Argamasilla de Alba (actual Cinco Casas) asistieron representaciones oficiales e ilustres personas, entre ellas el General Aguilera, el senador D. Arturo Ballestero, el Marques de Casa Pacheco y lo más distinguido de ambas villas. También D. Cayetano Lapoya, Vicepresidente del Consejo de Administración del Banco Hispano Romano y D. Francisco Martínez Ramírez “El Obrero” cuya perseverancia y pundonor en la consecución de esta empresa habían hecho posible su materialización.
Iniciadas las obras del trazado del ferrocarril y teniéndose ya proyectado el lugar de emplazamiento que habría de tener el edificio de la nueva estación de ferrocarril de Argamasilla, era preciso llevar a cabo las obras necesarias para abrir una nueva calle o paseo que condujera a dicho lugar permitiendo así, de una forma ágil y rápida, el trasiego de personas y mercancías que estaba por llegar. Así, el 26 de enero de 1913 se acuerda por el ayuntamiento que la Comisión de Fomento formada por el alcalde D. Antonio Millán Montalbán y por los concejales D. Mauricio Serrano Hernán, D. Pedro Lucendo Zarco y D. Carlos Gómez Solís se proceda a la apertura de una calle que vía recta se dirija a la Estación férrea que se está construyendo extramuros de la población, aconsejando en primera instancia “el estudio de una que pasando por el Puente del Altillo, tome el camino del Cementerio y desde este uno transversal a la Estación”. Si bien esa será la primera opción que se planté, será descartada al igual que otras posteriores y no será hasta el mes de julio de ese mismo año cuando se lleve a cabo al señalamiento definitivo del nuevo vial pensado ya como calle-paseo que en línea recta habría de conducir desde la localidad a la estación. A finales de julio de 1913 D. Pedro Lucendo Zarco y D. Carlos Gómez Solís, tras analizar los distintos lugares que el Ayuntamiento tenía como preferentes para la apertura de la calle-paseo a la nueva Estación y el oportuno estudio realizado sobre el terreno, estimarán como más ventajoso y cómodo al público, el que la nueva vía se señalara a continuación y como si fuera prolongación de la por entonces denominada calle de la Amargura (actual calle General Aguilera) abriendo boquete en las casas que había enfrente de dicha calle en la calle de Pontón de Crespo (actual calle Duque de Alba) para unirlas al paseo que en forma sesgada, casi recta, parase en la citada estación del ferrocarril. Este proyecto será aceptado por unanimidad acordándose el inicio de los trabajos en el plazo más breve posible.
Obviamente acometer la apertura de un nuevo vial de importantes dimensiones (se calculaba una anchura de 25 metros), que además supondría tener que acometer la compra de terrenos a particulares obligaba a realizar un importante esfuerzo económico, lo que para un ayuntamiento con escasos recursos supondría un importante reto. Como consecuencia de ello y ante la precaria situación presupuestaria municipal el ayuntamiento acordará crear para semejante obra pública, el arbitrio de la prestación personal que autorizaba el art. 74 de la entonces vigente Ley municipal comprendiendo en este servicio a todas las personas mayores de dieciséis y menores de cincuenta que no se hallen imposibilitadas o excluidas con arreglo a la legislación vigente (quedaban exceptuados de la prestación personal los militares en activo, los acogidos en establecimientos de caridad, los misioneros para Filipinas y las mujeres y los ordenados in sacris). Se acordó asimismo que también recayera dicha prestación sobre carruajes y caballerías de carga y tiro, salvo los exceptuados por el art. 44 del reglamento de 8 de abril de 1848, en la forma y cuantía que fuera acordada una vez conocida que sea la importancia del trabajo que había de realizarse.
Respecto a la compra de los terrenos necesarios para construir el nuevo vial, algunos propietarios que gozaban de holgada posición social y económica ofrecieron vender sus terrenos al ayuntamiento por un precio inferior al de mercado. Tal fue el caso de los que habían sido anteriormente alcaldes de Argamasilla de Alba D. Ángel Parra Añover y D. Mauricio Serrano Hernán, reduciendo el precio de la vara de terreno de cincuenta céntimos a treinta y siete céntimos y medio en atención a la naturaleza de la obra proyectada. También sería preciso comprar la casa denominada “del francés” situada en la calle Pontón de Crespo y que era preciso derribar, para desde la calle de la Amargura y en línea recta dar acceso al paseo-calle que habría de conducir a la nueva estación de ferrocarril. Dicha vivienda debía de estar deshabitada en esa época no figurando datos acerca de su propiedad. Ante esta situación el ayuntamiento ordenará a un maestro albañil y otro carpintero para que procedan al aprecio de la citada casa, valoración que sería procedente conservar por si alguien alegara y justificara derechos sobre la mencionada casa proceder a la oportuna indemnización (la citada casa del francés sería valorada en mil cincuenta pesetas y setenta y cinco céntimos). El abono de las indemnizaciones por la expropiación de los solares por donde hubo de construirse la nueva calle-paseo no debió de realizarse con la solvencia y rapidez debida, pues no en vano se tiene constancia de que más de que casi 20 años después algún que otro vecino fue resarcido por el ayuntamiento con motivo de esas expropiaciones como fue el caso del vecino Gregorio Ruiz López por el solar que tenía en la calle Pontón de Crespo. En 1915 y 1918 se plantarán árboles en el paseo de la estación y en 1916 se nombrará como Guarda del paseo al vecino Javier Díaz López con el haber diario de 50 céntimos.
Será ya en 1928 cuando a propuesta del entones alcalde D. Pedro Antonio Martínez Lucendo el paseo de la estación se denomine de forma oficial como Avenida de S.M. el Rey don Alfonso XIII (décadas más tarde será titulada con el nombre de su predecesor en el trono pasando a denominarse calle de Alfonso XII).
De este modo llegará el gran día de la inauguración del primer tramo de 14 kilómetros del nuevo trazado ferroviario (Cinco Casas-Argamasilla de Alba) con la llegada del primer tren al Lugar de la Mancha que tendrá lugar en la tarde del día 15 de enero de 1914. Ostentaba entonces la alcaldía de Argamasilla D. Pedro Padilla Parra tras la dimisión de D. Antonio Millán Montalbán acaecida en abril del año anterior y completaban la corporación municipal D. Pedro Lucendo Zarco (primer teniente de alcalde), D. Casimiro Sánchez Pardo, D. Jesús Alonso Serrano Vela (Regidor síndico), D. Federico Ordax Avecilla, D. Francisco Montalbán Parra, D. Ángel Parra Añover, D. Carlos Gómez Solís (segundo teniente de alcalde), D. Ricardo Lanzarote Cros, D. Vicente Serrano Hernán (Regidor interventor), D. Rogelio Aliaga Ruiz y D. Carlos Lanzarote Albillo.
El vecindario argamasillero acudirá en masa en la nueva estación de ferrocarril para recibir al deseado tren en su viaje inaugural con gran entusiasmo, pues no en vano veían en esta nueva infraestructura de transporte que ahora vía la luz una gran oportunidad para potenciar el emergente y próspero comercio de vinos. La entrada del tren en la estación será aclamada con estruendosos vítores y aclamaciones entusiastas de los asistentes según relatan los periódicos de la época. No faltará una banda de música para amenizar el acto y el lanzamiento de cinco docenas de cohetes traídos para dicha inauguración. Al acto inaugural asistirían representantes de la prensa madrileña, diputados a Cortes por el distrito, los alcaldes de los pueblos de Tomelloso y Argamasilla de Alba, el subjefe del Servicio del movimiento de la Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y a Alicante (M.Z.A.), el director de la nueva Compañía del Ferrocarril de Argamasilla-Tomelloso, D. Francisco Martínez Ramírez y consejeros de la misma, así como representantes del Banco Hispano Romano. Los ilustres invitados se habían desplazado inicialmente desde Madrid a Alcázar de San Juan donde asistieron a un banquete, saliendo después la comitiva en un tren especial que los llevó primero hasta cinco Casas, estación de partida de la nueva línea y recorriendo después los 13 kilómetros hasta Argamasilla de alba. Una vez en Argamasilla tuvo lugar un lunch donde se pronunciaron los discursos de rigor tras lo cual la comitiva emprendería el regreso a Madrid.
La Gaceta de los Caminos de Hierro en su número de 16 de febrero de ese mismo año nos describe las características del edificio de la nueva y flamante estación de Argamasilla: “La estación de Argamasilla de alba es un edificio esbelto, compuesto de planta baja, alta y desván. En la primera se hallan las oficinas del movimiento y en la alta la vivienda del jefe, provista de comodidades aún no adoptadas en las grandes líneas”. Respecto a las instalaciones adyacentes refiere que tienen una amplitud conveniente, sin haberse escatimado la expropiación de terrenos apareciendo perfectamente atendidas las necesidades del tráfico actual y prevenidas las contingencias del futuro.
Fotografía publicada en Mundo Gráfico, 21-01-1914. Llegada del tren a Argamasilla de Alba en su viaje inaugural.
Extendida sobre un terreno llano, las obras de fábrica del tendido ferroviario aledañas a Argamasilla de Alba se reducían a un puente de 13 metros de luz y un pontón de seis metros, ambos metálicos sobre el rio Guadiana (el primero sobre el Canal del Gran Prior y el segundo sobre el denominado Malecón de Santiago), algunas alcantarillas de 1,60 metros y casillas de guarda y un paso inferior de 2,30 metros conocido en Argamasilla como “El ojo de la via”. Los puentes metálicos y el llamado “Ojo de la vía” son junto a la antigua estación los vestigios más representativos que hoy en día quedan en nuestra localidad de aquel ferrocarril.
La alegría por el reciente viaje inaugural no impedirá que apenas tres días más tarde, el Ayuntamiento a instancias del concejal Ricardo Lanzarote se acuerde que la Comisión de Fomento requiera al representante de la empresa del ferrocarril en esta localidad, D. Manuel de Padilla para que se proceda al arreglo de los terraplenes en los pasos-niveles del camino del Campo de Criptana y de Alcázar, dándoles más anchura y poniendo algunos obstáculos laterales para evitar caídas caballerías o carruajes que pudieran originar grandes desgracias, requerimiento que sería preciso hacer por tres veces ante la inacción de la empresa, advirtiéndose en la tercera de ellas al Sr. Director de dicha compañía que caso de ser desatendida la petición, a pesar de las cordiales relaciones de amistad y simpatía que siempre habían inspirado al Ayuntamiento la obra, se vería obligado a dar una queja al Excmo. Sr. Director de obras Públicas. Dicha advertencia hubo de surtir efecto puesto que a mediados del mes de marzo se recibirá una comunicación del Director de la compañía del ferrocarril de Argamasilla a Tomelloso accediendo al arreglo de los terraplenes de los caminos de Alcázar y de Campo de Criptana.
La inauguración del ferrocarril conllevará un lógico incremento del tráfico de mercancías por la recientemente abierta calle-paseo que conducía a la estación que exigiría la adopción de algunas medidas para regular su tránsito, pues no en vano la llegada del ferrocarril a Argamasilla va a representar un importante impulso como medio auxiliar de transporte para la industria vitivinícola principalmente. Tal es así que en febrero de 1914 a propuesta del concejal D. Jesús Antonio Serrano Vela se acordará que en ambos extremos de este vial se ponga un cartel anunciando que se observe por los conductores de carruajes el guardar siempre la mano derecha durante la marcha. Probablemente fuera ésta, si no la primera, una delas primeras señales de tráfico de nuestra localidad. En abril se acordará por la corporación municipal señalar la ruta a la estación férrea para que por ella se conduzcan los carros de transporte, a fin de evitar la destrucción de calles de la población, debiendo servirse por la carretera que conduce a la estación de cinco Casas y desde ella tomar la calle de la Amargura (actual calle General Aguilera) recientemente arreglada y siguiendo por ella, tomar el paseo a la Estación que está como una continuación de la misma.
En 1915 la compañía obtendría un beneficio bruto de 290.630 pesetas, del cual 44.622,05 corresponderían a lo recaudado por el arbitrio especial creado al amparo de la Ley de 26 de junio de 1912. El movimiento de viajeros seria de 36.731 billetes, con el promedio de 101 viajeros diarios. Por lo que respeta las mercancías se transportarán 417.403 kilogramos de mercancías de gran velocidad y 49.348 toneladas en pequeña velocidad. Sin embargo en mayo de 1918 el Consejo de Administración de la compañía encargada de la explotación (M.Z.A.), ante el enorme encarecimiento experimentado por los gastos de explotación que considerará lesivos para sus intereses, propondrá a la Junta General de accionistas hacer uso de su facultad para denunciar el convenio celebrado con la concesionaria del ferrocarril de Argamasilla de Alba a Tomelloso de fecha 2 de julio de 1913 que habría de dejar de regir el 21 de julio de 1918. Buena culpa de esta decisión lo tendrá la pésima y negativa influencia que la Gran Guerra, que entonces tenía lugar en Europa, tendría sobre las empresas españolas en relación con el suministro de recursos y bienes para la industria. La medida se pospondrá durante un tiempo pero finalmente a partir del uno de abril de 1921 la compañía del ferrocarril Argamasilla-Tomelloso pasará a encargarse por sí misma de la explotación de su línea que hasta entonces había llevado a cabo la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (M.Z.A.) esta explotación se mantendrá hasta 1941 año en que pasará a RENFE.
En 1927 el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba acordaría por unanimidad dejar de consignar cantidad alguna en el presupuesto que habría de regir ese año en relación con la subvención de construcción del ferrocarril, toda vez que la empresa constructora tenía satisfecha la totalidad de la subvención que por tal concepto había venido percibiendo desde el año 1914.
Comenzaría así su andadura, hace 110 años, un proyecto ilusionante en su gestación que con altibajos, alternando épocas de relativo esplendor (década de los años 60) con otras de penuria, se mantendría en el tiempo hasta que el 21 de noviembre de 1970 se decretó la supresión del servicio de viajeros y mercancías de detalle para cerrarse el 1 de enero de 1985 el servicio de mercancías por acuerdo del Consejo de Ministros de 1984. El 28 de septiembre de 1995, el Consejo de Ministros autorizaría a RENFE para proceder al levantamiento de la vía y de las instalaciones anejas.
José Carretón Moya
Bibliografía:
Las Vías de la Modernización. Ferrocarril, Economía y Sociedad en la Mancha, 1850-1936. José ángel Gallego palomares. Patronato Municipal de Cultura. Alcázar de San Juan 2004 (p. 16,17).
Fuentes:
Archivo Municipal de Argamasilla de Alba.
Biblioteca Nacional de España
Federación Castellano Manchega de Amigos del Ferrocarril