El Quijote Arena acogió el segundo enfrentamiento entre las selecciones juveniles de balonmano de Rumanía y España. Si el jueves en Pedro Muñoz el equipo español resolvía el encuentro en el último tramo, imponiéndose por 31-22, este sábado en una sofocante tarde, los dos equipos empataron a 28.
El rumano es un equipo físicamente superior al español. La primera línea pasa con holgura los dos metros. Chicos fibrosos, ágiles, con buen brazo. Solo la pegajosa defensa española impedía que encontraran el gol en cada jugada. La defensa y la portería, porque Rodríguez se mostró muy seguro bajo los palos.
Esos fueron los cimientos para que España se mantuviera por delante la primera parte, La buena circulación de balón y las transiciones le daban goles a España, que terminó el primer tiempo tres arriba: 15-12.
Los rumanos salieron muy motivado en defensa en la segunda parte, pero poco inspirados en ataque, con lo que apenas se movió el marcador. Alberto Suárez pidió tiempo muerto cuando apenas se habían disputado tres minutos, porque no le gustaba nada lo que veía.
Gracias a un par de penalti, España mantuvo una exigua ventaja (17-19, min. 39). El partido entró en una fase de intercambio de goles, siempre con España por delante, siempre con Rumanía pisándole los talones (24-22, min. 50). Brusca detuvo un par de penaltis y un par de balones complicados y Rumanía empató a 24 y se puso por delante a falta de 5:30 con todo merecimiento.
España pidió de nuevo tiempo muerto. Mamadu, el mejor de los españoles, restableció la igualada desde el extremo, pero Rumanía respondió con dos buenas acciones. Un robo en el último minuto permitió a Mamadu igualar cuando restaban 30 segundos. Los rumanos prepararon una jugada, pero la defensa española impidió el tiro rumano y el choque concluyó con un justo empate a 27.