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En caída libre sobre Almagro

salto

Base de Helicópteros Ataque de Almagro. 11.55 horas del 23 de mayo, jornada de puertas abiertas por el día de las Fuerzas Armadas. Un helicóptero Chinook del Ejército de Tierra (como un autobús del aire) se dispone a despegar con una unidad de la Brigada Paracadista de Paracuellos del Jarama.

La misión, para la que llevan como testigos a periodistas, es saltar en paracaidas de apertura manual sobre la base, desplegar una gran bandera española con la que saludar a los escolares que participan en la jornada de puertas abiertas,  y seguir entrenando para la fiesta de las Fuerzas Armadas que se celebra el próximo sábado 27 de mayo en Guadalajara.

El Chinook, “un helicóptero muy versátil, que lo mismo transporta tropas que medios logísticos, que lanza a paracaidistas”, explica el capitán Castrejón, comandante de la nave para este ejercicio, empieza a tomar altura con no más de veinte personas entre tripulación, saltadores y medios de comunicación.

Con el cinturón abrochado, nadie debe levantarse de su asiento, aunque se permite tomar fotografías y grabar. “Si alguien se marea o se siente mal que levante la mano y algún miembro de la tripulación le atenderá”. No ocurre. También se advierte al pasaje de que en caso de emergencia se encenderán unas luces rojas y habrá un sonido intermitente de timbre, “no ha pasado nunca”, reconoce el capitán, “pero hay que decirlo, en ese caso la posición es meter la cabeza entre las piernas y esperar”. Saltar solo lo harán los paraicadistas.

La unidad tiene su propio protocolo de salto. El helicóptero, “muy buena máquina”, aseguran a los testigos del ejercicio, empieza a tomar altura. En unos minutos está a mil metros. Nadie habla, el ruido es ensordecedor y es obligatorio llevar cascos para evitar lesiones en el tímpano.

A esa altura, cuando se reconoce la vertical, el lugar en el que tienen que aterrizar los saltadores, uno de ellos lanza unos papelillos de colores y espera a ver su desplazamiento, que será el mismo que el de los paracaidistas. Subimos quinientros metros más. A esa altura: 1.500 metros sobre el Campo de Calatrava y Almagro sale el primer saltador, el sargento Rubio que se posiciona en el extremo de la rampa de lanzamiento y lanza al vacio. Dos segundos después lo hace otro saltador, dos segundos más, el tercero, los tres como si se tirasen a una piscina de aire. El último saltador lleva la bandera y se tira de espaldas y saludando al pasaje que lo ve desaparecer. Todo ha salido bien (se nota por las miradas de aprobación del personal de la tripulación).

Minutos después los cuatro reciben una gran ovación en tierra del público que espera asombrado en la base. Este año ellos han sido los protagonistas de la jornada de puertas abiertas.

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