“La del domingo será mi última novillada en Daimiel”

La carrera de Carlos Aranda comenzó deslumbrante hace casi una década. Un menudo muchacho de Daimiel sorprendía a propios y extraños por una gracia y suficiencia delante de los novillos poco común. Sin embargo aquellos años pasaron, y tras tomar parte con éxito en diversos certámenes de novilleros sin picadores, a mediados de 2014 debutó con los del castoreño en Guadalajara. Y aquello fueron palabras mayores.
Con la drástica reducción de las novilladas picadas, solo una élite sumaba una cantidad aceptable de paseíllos. El resto, entre los que estaba el torero manchego, se las veían y deseaban para sumar contratos.
El año pasado Aranda puso su carrera en manos del matador de toros Leandro, con la esperanza de debutar en Madrid y ver su nombre incluido en las ferias de novilladas de septiembre. De ésto, y mucho más, nos habla el propio novillero, a escasas horas de hacer el paseíllo en la plaza de Daimiel . Su plaza.
LANZA: Este domingo Carlos Aranda se enfrenta a la que posiblemente sea la tarde más importante de su temporada. ¿Cómo llega a su cita de Daimiel?
CARLOS ARANDA: Llego con una ilusión tremenda. Hacer el paseíllo al lado de dos figuras del toreo como son Padilla y Castella, por los que siento una gran admiración, es un privilegio. Además es mi plaza, por lo que espero estar a la altura de las circunstancias. A eso hay que añadir que será mi última tarde como novillero en Daimiel, por lo que quiero que mi gente vea en nuestra plaza la nueva dimensión de torero que estoy intentando dar allá donde toreo.
L: ¿Y en qué se basa esa nueva dimensión de su toreo?
CA: Básicamente en la pureza. Antes quizás me dejaba llevar algo más por la estética, pero ahora estoy intentando ahondar en la pureza de lo que haga delante de la cara de los novillos. Aunque por supuesto soy consciente de que hay muchísimas cosas que mejorar, mi objetivo hoy día es torear con la mayor pureza posible, dando el pecho y toreando para adentro.
Carlos Aranda cambio de mano
Gran camnbio de mano de Carlos Aranda Foto Julio César Sánchez
L: Sin embargo su temporada hasta el momento no está siendo nada fácil.
CA: No lo está siendo, no. Pero poco a poco me voy sobreponiendo. De hecho ahora mismo salgo del fisio para llegar lo más recuperado posible a este domingo.
L: Quizás sería bueno recordar a los aficionados por qué está usted yendo al fisio.
CA:. Sí. En Cebreros, el 16 de agosto, me cogió un novillo y me hirió en la pierna derecha.
L: ¿Cómo ha sido la temporada 2018 para Carlos Aranda hasta el día de hoy?
CA: Empecé muy pronto, en febrero en el Carnaval de Ciudad Rodrigo, donde pude brindarle un novillo al maestro Morante de la Puebla. Aquel día fue muy importante, no sólo por el triunfo, sino porque di una dimensión mejorada de mi toreo que tuvo eco entre los profesionales y la prensa. Yo creía que aquello me ayudaría para torear más, y sobre todo para que se me abrieran las puertas de Madrid, pero no fue así. Luego llegó el triunfo en el festival de Villanueva de la Fuente, las tres orejas que corté en mayo en Talavera de la Reina, una plaza señera en donde un triunfo pensaba que tendría más repercusión… Yo creía que estaba cumpliendo y haciendo lo que un novillero debía de hacer para torear más, incluido Madrid, aunque todos sabemos lo difícil que está esto. Sin embargo desde mayo a agosto estuve parado sin torear en público una sola tarde.
A hombros en la emblemática plaza de Talavera de la Reina Foto Julio César Sánchez
L: Algo estaba fallando, y no era usted. ¿Quizás fuera el apoderado?
CA: Aquellas semanas fueron difíciles. Yo me había trasladado a vivir a Valladolid para poder estar y entrenar con Leandro, que era mi apoderado. Hice un esfuerzo para estar allí, con gastos, lejos de mi familia… El objetivo -o al menos uno de los objetivos- para lo que te preparas día tras día ves que no aparece ni en el horizonte, porque poco a poco iban saliendo carteles en Madrid y de ferias de novilladas, y yo no estaba en ningún sitio. Sabía que no podía estar en todas, pero sí creía que torearía en algunas. Entonces fue cuando decidí dejarlo con Leandro. Fue a finales de junio. Luego me enteré de que a muchos sitios de los que en un principio acordamos intentar ir ni siquiera se había llamado para que Carlos Aranda toreara. Y claro, si no llamas, con los novilleros que hay dispuestos a torear, pues te quedas parado.
L: Y tocó volver a sus orígenes.
CA: Así fue. Volví a Ciudad Real, a entrenar a diario con Aníbal Ruiz y Valentín Cuevas, a quienes estoy muy agradecido. También me ha echado una mano Manuel Amador, y por supuesto mi hermano, que es un apoyo fundamental para mí. Y a partir de ahí, volví a recuperar la ilusión y me convencí para seguir luchando.
L: La parte positiva de ese retorno es que poco a poco fueron llegando los contratos.
CA: Sí. Llegó mi debut de luces en Francia, donde no tuve suerte con mi lote y no pude cuajar la tarde que yo quería, a pesar de dejar una buena impresión. Todos sabemos lo importante que es Francia para toreros en mi situación. Allí, como en todos sitios pero allí quizás más, hay que triunfar para que te repitan, porque allí sí que los triunfos tienen recompensa en forma de repetición. A los pocos días pude coger una sustitución en Blanca, y aunque solo corté una oreja fue una actuación que tuvo repercusión entre los profesionales y la prensa. Si hubiera funcionado bien la espada podrían haber sido tres orejas en lugar de sólo una a una novillada fuerte de Couto de Fornilhos. Creo que hasta esa tarde no se me había visto esa capacidad de resolver lo que me planteaban las embestidas de mis novillos.
L: Fue a raíz de esa actuación en Blanca cuando le surgieron más sustituciones, que es en gran medida de lo que se está nutriendo usted profesionalmente este año.
CA: Pues sí. A mí me gustaría que fuera por derecho, pero las circunstancias son las que son. Al día siguiente cogí la sustitución de Cebreros, que fue donde me dieron la cornada a la que antes nos hemos referido. Aquella tarde fue un paso más adelante. A pesar de caer herido en mi primero, salí de la enfermería a matar mi segundo, que no fue un novillo fácil, pero que me hizo ver que si apostaba tenía posibilidades de que el novillo se entregara, como así fue. Luego comentaba con Valentín Cuevas eso mismo, que hay que apostar con los novillos y arriesgar si quieres que te ofrezcan lo que tengan de bueno en el fondo. De hecho me siento muy orgulloso de que una persona de la importancia y el saber de Victorino Martín, que era el ganadero de Monteviejo de aquella tarde, me felicitara y reconociera la importancia de lo que le había hecho a su novillo.
L: Y de ahí a una nueva sustitución, en Valencia de Alcántara.
CA: Otra más, en la que corté tres orejas. Fue una tarde bonita porque reaparecía tras la cogida de Cebreros. Y al día siguiente cuajé muy bien un novillo de Adelaida Rodríguez y pegué una estocada muy buena… Cada tarde la vivo con mucha intensidad e intentó aprender de cada detalle.
Carlos Aranda con dos orejas en Valencia de Alcántara
L: Todas estas experiencias de las que nos ha hablado antes, de ese esfuerzo sin la debida recompensa, esa falta de atención y esa vuelta a sus orígenes, puede que le marque positivamente a medio y largo plazo.
CA: Yo creo que sí. Esa seguramente sea una de las mayores enseñanzas que saque de este año; el haber sido capaz de levantarme y tener la capacidad para querer seguir luchando y avanzando. Insisto que en gran medida ha sido gracias al apoyo de mi familia, de Valentín Cuevas y de Aníbal Ruiz. Gracias a mi esfuerzo y a ellos sigo empeñado en mejorar y en profundizar en la dimensión que puede ofrecer mi toreo. Lo que ahora me mueve es llegar al hotel y tener la sensación y convicción de que he tirado la moneda al aire y que he hecho todo lo que ha estado en mi mano para sacar el máximo rendimiento a mis novillos.
L: Y una magnífica ocasión para demostrarlo, si los novillos de Guadalmena se lo permiten, es este domingo en Daimiel.
CA: Esa es, para mí, la mejor oportunidad. Ojalá lo consiga.
Salir de la versión móvil