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Toreo de primera en Daimiel

Toros 22
Plaza de toros de Daimiel. Dos tercios de entrada. Corrida mixta.
Se lidiaron cuatro toros y dos novillos de Guadalmena, bien presentados. Primero noble aunque justo de fuelle, con calidad el segundo, falto de entrega el tercero, flojo el cuarto, de gran calidad quinto y, sobre todo el sexto novillo, de nombre Lastimado, premiado con la vuelta al ruedo.
Juan José Padilla: dos orejas y oreja.
Emilio De Justo, que sustituía a Sebastián Castella: dos orejas y oreja.
El novillero Carlos Aranda: oreja y dos orejas.
Los tres toreros salieron a hombros junto al mayoral de la ganadería. Saludó tras banderillear al quinto Moreno de Arles.
Cuando un torero está, se nota. No es cuestión de cortar orejas, que también sino de una manera de estar y desenvolverse en la plaza. Es el caso de Emilio de Justo, uno de los toreros “revelación” de la temporada, a pesar de acumular once años de alternativa. En Daimiel, una plaza de tercera en la que salió un toro de segunda y vimos toreo de primera, el extremeño dejó una impronta de torero importante de verdad, la misma verdad -o parecida- que emanó de su toreo armónico, descolgado de hombros y a ralentí por momentos, sobre todo por el pitón izquierdo. Evitó el molesto punteo defensivo de su primero -no siempre, pero casi-, y evidenció estar disfrutando de su toreo, como disfrutó el respetuoso público de Daimiel. Su segundo tuvo menos acometividad, lo que no fue obstáculo para volver a paladear el toreo sobresaliente, aunque en este caso falló a espadas.
Algo parecido, salvando las distancias, ocurrió con Carlos Aranda, el novillero de Daimiel, a quien se le apreció una evolución en su concepto y ejecución, ahora algo más ajustado -sobre todo al natural, menos con la mano derecha, en un aspecto a mejorar- y de mayor empaque sin alharacas. Gran altura tuvo su faena al magnífico sexto, un novillo de vuelta al ruedo de Guadalmena, de nombre Lastimado, que cerró festejo. Los cambios de mano brotaron soberbios, y algunas fases al natural tuvieron estética y enorme templanza, además de una armonía de tiempos notable. Una faena con el mérito de no rayar por debajo de la sublime clase de su antagonista, lo cual no es decir poco. También dio la cara con su primero, de menor entrega.
Padilla se despedía de los ruedos de Ciudad Real, y lo hizo dando su habitual dosis de toreo bullidor y entregado a su manera, pasando él cuando no pasaba el toro, como ocurrió en el cuarto.
No deberíamos pasar por alto el buen aspecto que presentaron los tendidos de Daimiel, una plaza que, últimamente, no registraba más allá de un tercio de entrada real. La nueva empresa, Tauroemoción, ha desembarcado en nuestra provincia con buen pie, intentando hacer las cosas de una manera más moderna, diferente, y con seriedad, lo cual nos alegra sobremanera. Ese es el camino.
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