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Reflejos de un presente

Es ciertamente común y normal encontrarnos en la vida cotidiana una serie de obstáculos con los que en principio no contábamos, como son las presiones, maquinaciones, intrigas, chantajes… muchos investigadores de la conducta lo etiquetan de forma clara, una especie de jungla en la que unos pocos no pasan de todo. Otros de maltrato emocional, violencia psíquica o abuso moral… otros, no saben, son víctimas de estos procesos a los que estamos sometidos, en los que nuestro malestar y angustia se hace patente de forma habitual.

Imagínense, alguien que se empeña en hacernos la vida imposible… ya lo hemos repetido muchas veces, quizá seamos una víctima que, de forma sutil, siempre, podemos ser el objeto de abuso de un personaje al que no teníamos identificado como peligroso… este personaje ejerce su control de forma suave y anecdótica, pero realmente el efecto de su comportamiento está en nosotros y su semilla personal, está dejando huella en nuestras emociones y nuestra vida más privada.

Puede pasarnos en cualquier lugar, en tu casa, en el trabajo, en tu zona de ocio y diversión, en las relaciones interpersonales, con la persona que considerábamos nuestro amigo, e incluso con algún familiar en el que habíamos depositado toda la confianza del mundo y que de él, no nos esperaríamos algo así, ni tan siquiera en sueños.

La terrible realidad del momento es que en nuestro entorno, este tipo de individuos se desarrollan de forma vertiginosa, siendo su forma de actuar totalmente imprevisible y dentro de una forma de enmascaramiento de la que se aprovechan para sus fines más obvios… el control de las relaciones interpersonales y hacernos sentirnos mal en todos los aspectos.

Por tanto, la mala uva gana puntos en la realidad cotidiana. Presiones, intrigas, manipulaciones, insidias, ataque verbales, reacciones cambiantes, sutilezas llenas de agresividad y culpabilidad, descalificaciones personales, desprecios, zancadillas… hacen de este mal uno de los más detestables a la hora de hablar del concepto de relaciones equitativas entre personas que se consideran iguales en todos los sentidos.

Son formas de acoso moral establecidas en nuestra sociedad que invaden todo tipo de terreno… trabajo, familia, pareja, escuela…

Sociólogos y psicólogos, lo denominan de muchas formas… en los países mal llamados civilizados se denuncia cada vez con más fuerza. Parece que es todo un síntoma de nuestra época: devorarnos los unos a los otros sin contemplaciones… para supuestamente, poder sobrevivir.

Lo que está pasando es lo siguiente; en el fondo lo que subyace es una falta de autoestima generalizada. La inseguridad es nuestra bandera, la crisis en los valores, nos han hecho creer que luchar por la vida, salir adelante, no depende de nosotros, en particular… sino de combatir al enemigo, el enemigo es el prójimo.

Es una presión constante, las ciudades se convierten en junglas de asfalto, lleno de irregularidades que siempre son permisibles.

Es la descripción de una realidad en la que ninguno de los seres humanos que configuramos este entramado, estamos por la labor, pero cuando nos vemos en determinadas ocasiones, somos tan estúpidos de tropezar siempre en el mismo sitio.

 

 

 

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