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Iván Fandiño murió de verdad

Fandiño a la verónica en Ciudad Real en 2014

Lo rozó con los dedos hace unos años. Fue en las temporadas de 2012, 2013 y 2014, fundamentalmente, como reconocimiento a varios años en los que el torero de Orduña apretó el acelerador en todos y cada uno de los cosos en los que se anunciaba.

Para el recuerdo queda su rivalidad con David Mora, las orejas –de una en una- que cortó en Las Ventas, una racha que comenzó en 2010 y que se prolongó hasta su salida a hombros del coso madrileño en 2014. Triunfos en Valencia, Pamplona, Zaragoza… Y también en Ciudad Real, donde cortó cuatro orejas en la feria de 2014 tras estar soberbio ante una buena corrida de Miranda y Moreno.

Era la época en la que Iván estaba instalado en la ganadería de la familia Gallego, en pleno Valle de Alcudia, donde Fandiño era uno más de la familia.

El inicio de 2015 supuso una apuesta que, a la postre, salió cruz. Tuvo el valor de encerrarse en la plaza de toros de Las Ventas con seis toros de ganaderías “duras”. Colgó el “No hay billetes” en las taquillas de la calle de Alcalá, pero la encerrona no resultó satisfactoria a nivel artístico ni profesional.

Desde entonces, tanto él como su apoderado y gran amigo Néstor García, lucharon por seguir contando con su espacio en el exigente escalafón de matadores de toros, alternando actuaciones en plazas de relieve con otras en las que, como se decía hace años, no había tranvía. Todo ello hasta el día de ayer, en el que un toro de Baltasar Ibán, en la plaza francesa de Aire Sur L’Adour, se cobró el peaje que todos los toreros saben que pueden tener que pagar un día. Ni siquiera era su toro, sino el de su compañero Juan del Álamo, al que intentaba hacer un quite artístico. Pero lo derribó con los cuartos traseros y, en la arena, acertó a meterle el pitón por el costado derecho, afectando órganos vitales de manera irreversible. Murió como toreó siempre. De verdad.

Grande Fandiño.

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