La Iglesia ‘se mueve’ por el trabajo decente y reclama reconocer el derecho a la protección social sin que esté supeditado a la vida laboral

Reconocer el derecho a la protección social sin que esté supeditado a la vida laboral, garantizar que el ingreso mínimo vital sea una realidad para quienes lo necesitan dotando a las instituciones de los recursos para su gestión y asegurar la percepción del subsidio extraordinario a las trabajadoras de hogar y reconocer su derecho a la prestación por desempleo son algunas de las reivindicaciones de la ‘Iglesia por el Trabajo Decente’ que celebró este miércoles una concentración en la Plaza de la Constitución, cuyos participantes realizaron posteriormente itinerarios y rutas por las calles próximas para dar visibilidad a sus demandas y a la conmemoración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.

En la concentración, a la que acudieron cerca de cuarenta personas, también se abogó por la apuesta en favor de “un nuevo sistema productivo, capaz de generar empleos con alto valor añadido y que ponga a la persona en el centro” y “lograr el reconocimiento social y laboral de los empleos esenciales para la vida y que éstos tengan unas condiciones laborales dignas que permitan a las personas salir de la pobreza”.

Juventud Obrera Cristiana (JOC), la Hermandad Obrera de Acción Católica (Hoac), Cáritas y la Confederación Española de Religiosos (Confer) organizaron la iniciativa presentada por Ángel Aguas, de la Hoac, y en la que Presen Pérez leyó el manifiesto de la Iglesia por el Trabajo Decente, en el que se destacó “la precariedad que sufre el mundo del trabajo, aumentada por la situación de emergencia sanitaria provocada por la pandemia mundial del Covid-19”.

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Se procedió a la lectura del manifiesto en la Plaza de la Constitución / Clara Manzano

“La crisis de la pandemia ha puesto de relieve las debilidades estructurales del estado de bienestar en España y la necesidad del trabajo decente para el desarrollo de una sociedad fraterna. Esta crisis nos ha enseñado que se puede consumir menos y mejor, que el servicio de aquellos oficios menos valorados, social y económicamente son los que sostienen la vida y el cuidado comunitario. La realidad en que nos encontramos está visibilizando las consecuencias de un modelo productivo incapaz de generar empleo con alto valor añadido y marcado por las altas tasas de precariedad laboral”.

Precariedad

En este sentido, describió una realidad “con empleos que se destruyen, cifras de ERTE y paro disparadas, protección social que no está llegando a quienes tienen derecho (como en el caso del ingreso mínimo vital o la prestación para las empleadas de hogar) y miles de personas sin posibilidad de acceso a la misma por ejercer su actividad en la economía sumergida”. Así mismo, “demasiados empleos considerados esenciales mantienen condiciones laborales tan precarias que algunas veces rozan la vulneración de derechos y muchas la imposibilidad del sostenimiento de la vida”.

Cerca de cuarenta personas acudieron a participar en la iniciativa / Clara Manzano

“Esto está suponiendo que multitudes se vean abocadas a acudir a los servicios sociales públicos, a los recursos sociales de las organizaciones de la Iglesia o a la ayuda de las comunidades parroquiales y vecinales para poder subsistir. Es aquí donde se ha manifestado la mayor experiencia de solidaridad y apoyo común que hemos descubierto en esta circunstancia tan extraordinaria, una experiencia de unidad en la adversidad que ha hecho que nos movamos por el bien común. Tenemos que valorar el trabajo humano en la medida que nos dignifica como hijas e hijos de Dios, corresponsables con el cuidado de la vida y la creación”, se indicó en el comunicado.

Aunar esfuerzos

“’Hoy he empezado a trabajar, el primer día de trabajo ha sido duro. En mi contrato figura una jornada real de cuatro horas y media, y en realidad han sido casi nueve…, con mucha presión por parte del jefe, y casi ninguna comunicación’. Éste -se señala en el comunicado- podría ser el caso de cualquier persona, hombre o mujer, joven o adulta…, con necesidad de un salario para poder comer, vivir, sustentar a una familia… Sensibles a esta realidad, somos conscientes que necesitamos movernos en comunidad, aunar esfuerzos, buscar apoyos y seguir reclamando un trabajo decente y de justicia social que haga oír nuestra voz en nuestros barrios, ante las organizaciones sindicales y en las instituciones de gobierno”.

Se organizaron itinerarios por calles próximas para dar visibilidad al Día por el Trabajo Decente / Clara Manzano

“Necesitamos alzar la voz, pelear y luchar cada vez con más fuerza para que el trabajo decente sea posible, necesitamos una esperanza que nos permita ver el horizonte a través de estas situaciones que padece el mundo del trabajo. Nos movemos por el trabajo decente, muévete con nosotros y nosotras porque este compromiso nos humaniza”, se subrayó en la concentración, en la que se urgió a “adoptar las medidas necesarias para conseguir que el trabajo decente sea una realidad accesible para todas las personas, con condiciones que permitan mantener una vida digna y que la protección social llegue a todas las personas que lo necesitan”.

Reclaman trabajos en unas condiciones que permitan tener una vida digna / Clara Manzano

En filas de cinco o seis personas, con distancia de seguridad entre ellas, se realizaron los itinerarios para visibilizar estas reivindicaciones por las calles próximas a la Plaza de la Constitución, donde regresaron los participantes para después asistir a misa a la parroquia de Nuestra Señora del Prado-La Merced.

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