Alberto García-Teresa lleva a Letras una poesía desobediente y que busca construir otra forma de ver la realidad

La poesía, como sostiene Jorge Riechmann, es como una navaja suiza, una herramienta que se puede usar para muchas cosas y a Alberto García-Teresa le interesa “trabajarla para construir otra forma de ver la realidad, cuestionar el status quo y desde ahí, empezar no sólo a hacer una denuncia y crítica”, sino propiciar también “otras formas de relacionarse”.

García-Teresa, que llevó este miércoles su obra al Aula de Poesía de la Facultad de Letras, resaltó la potencia que tiene la poesía para, “más allá de grandes discursos y relatos ideológicos”, poner en cuestionamiento las cosas, “hacer chirriar” y mostrar “las incoherencias, contradicciones y el desarrollo lógico al que nos lleva el capitalismo que es, como se está viendo, el de la destrucción del planeta y probablemente de casi todas las especies que vivimos en él”.

Frente al discurso aprendido y lo lineal, también la potencia de la poesía radica en su capacidad, a través de metáforas, de poner en conexión cosas que no tienen, en principio, ninguna relación, lo que “demuestra que todo está vinculado o puede llegar a estarlo”, apreció García-Teresa, que considera muy importante, “en una sociedad hiperindividualizada como la que vivimos, incidir en los vínculos, en la red, tejer comunidad y ver que todo tiene una relación con el resto de las cosas”, así como que nuestros actos tienen incidencia en la realidad.

Doctor en Filología Hispánica y autor de varias antologías poéticas como ‘Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014)’, García-Teresa ofreció en Letras un recital de poesía crítica, que es la que practica desde un “planteamiento antagonista, disidente y contrario al capitalismo, patriarcado y ecocidio”. Ante la lectura pasiva y apacible a la que, a su juicio, estamos demasiado acostumbrados, el autor madrileño dijo que a él le gusta la poesía que “intenta cortocircuitar” de alguna manera la forma preestablecida y “el mundo que nos vende este sistema” e indicó que en los últimos veinte años se ha producido “una ebullición bastante importante” de agitación cultural con poesía que se lleva a la calle y al transporte público, versos en lugares inesperados y recitales en lugares no habituales.

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García-Teresa ofreció un recital en el Aula de Poesía de la Facultad de Letras / A. R.

Miembro de la Asamblea Editora de ‘Caja de Resistencia’, publicación semestral que busca “dejar constancia de la pluralidad de discursos y prácticas que están desobedeciendo esta forma de construir la realidad”, y codirector de la editorial ‘Libros de la Marisma’, que tiene como objetivo ser un espacio de confluencia para mostrar desde la calidad esa diversidad, García-Teresa es autor de poemarios como ‘Hay que comerse el mundo a dentelladas’, ‘Oxígeno en lata’, ‘Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas’, ‘Abrazando vértebras’ y ‘La casa sin ventanas’. Su última obra poética, de 2017, es ‘A pesar del muro, la hiedra’, título que se debe a que “convocar la esperanza sigue siendo una forma revolucionaria, sobre todo cuando nos quieren inocular la pasividad y la apatía”.  Se trata con ello de “seguir celebrando que somos capaces de poder construir otro mundo posible y en pequeños gestos lo vamos viendo, en pequeños cortocircuitos sigue sucediendo”, lo cual, “frente al discurso de que no se puede hacer nada o para qué estás haciendo eso”, es enriquecedor como resultado de esa desobediencia y “nos da fuerza”.

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