Un Lope de Vega fuera de serie, étnico y demoledor en Fúcares

De las escalinatas del Palacio de Fúcares, descienden arrastrando sus cuerpos cuatro mujeres con vestidos jironados y el alma mancillada. La expectación es grande. Llega desde Costa de Marfil la primera representación del continente africano de una obra del Siglo de Oro en el Festival de Almagro y la propuesta no sólo no deja indiferente, sino que atrapa, embelesa y sacude.

Puede que la complicidad y alegre convivencia de los lugareños y la avasalladora irrupción de poderosos ocurran en un pueblo cordobés o del África occidental. El texto de Lope de hace justo cuatro siglos tiene igual vigencia propulsado por la volcánica energía de tambores, bongos y unas danzas de las que electricidad y seísmos sentirían envidia.

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Publicado hace justo cuatro siglos, el texto de Lope mantiene su vigencia / M. Cieza-Festival de Almagro

Como una comedia musical atravesada por el drama, trascurre la pieza de Lope con cada situación recreada a través de canciones y bailes. Los bongos vueltos del revés sirven para moler grano, de asiento, columna y tabla de lavar, y las coloridas telas con las que envuelven sus cuerpos las mujeres valen como alfombra, para proteger y echar a volar deseos y como telón de fondo para hacer lo que nadie dice y todo el mundo intuye.

De forma ritual, traspasándose ellas un collar y ellos toga y tocado, los cuatro actores y cuatro actrices encarnan a Laurencia y el Comendador, así como los varones al esforzado Frondoso. El dinamismo de la propuesta mantiene siempre en alto sentidos y emociones, con los versos de Lope en francés con sobretítulos en castellano, canciones en lenguas marfileñas e incluso televisivas rupturas como la retransmisión a ritmo de rap del ‘show de Laurencia’ con animadores que inducen al público a colaborar en favor del espectáculo con carteles de aplausos y risas, además de un cómico kit-kat en el que se refrescan los intérpretes.

Se traspasan de forma ritual los personajes protagonistas / M. Cieza-Festival de Almagro

Si en contiendas como las recientes civiles en Costa de Marfil la violación a las mujeres se usaba como arma de guerra, la humillante decisión del Comendador de poseer a quien desee no es algo antediluviano sino vigente, provocando la solidaridad de unas mujeres guerreras, emocionalmente poderosas e indignadas ante los gallinas mojadas y los que miran para otro lado.

Un formidable ímpetu y un torrente de talento despliega el joven elenco tanto en situaciones cotidianas y favorables como adversamente dramáticas en una versión muy coral en la interpretación de canciones y el traspaso de los personajes protagonistas.

El público se puso en pie para vitorear la enérgica versión marfileña / M. Cieza-Festival de Almagro

La flauta travesera que anuncia la llegada del Comendador será puñal en su aorta blandido por la determinación comunal de acabar con el opresor y el Patio de Fúcares, con una estimulante vitalidad étnica, puede que cualquier lugar en el mundo donde se hieren y aniquilan los derechos de las mujeres. De pie se puso el respetable para con aplausos felicitar a la compañía marfileña entusiasmado ante la potencia y plasticidad de la propuesta.

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