Zurdo, de trazo rápido y enérgico, sumergido mentalmente en el lienzo en blanco como si fuera una gran piscina a llenar de expresivas olas, gestos y colores, Ángel Barroso dejó hipnotizados a los espectadores que llenaron este jueves las localidades previstas del patio del Museo Nacional del Teatro en el transcurso del proceso de creación de una obra pictórica de gran formato inspirada en ‘Fuenteovejuna’.
Los asistentes pudieron presenciar, previamente, una serie de seis cuadros, colgados en las paredes del patio y creados ex profeso por Barroso para esta propuesta creativa con personajes esenciales de esta emblemática obra de Lope de Vega como el maestre de Calatrava, el sin escrúpulos comendador Fernán Gómez, el vilipendiado labrador Frondoso y las acosadas labradoras Laurencia y Pascuala, así como el levantamiento popular ante las injusticias, rebelión que llevó, como pueblo en llamas, a la creación en directo, durante dos horas y desde la improvisada espontaneidad, de una gran obra significativa de lo que acontece en este clásico del Siglo de Oro.
La violencia y las guerras, así como el respeto y el feminismo, además de una valiente solidaridad ciudadana, son algunos de los temas tremendamente actuales que trata esta pieza inspiradora de la serie pictórica y su conclusión en una performance de artes plásticas de la que emerge un pueblo enfurecido que no tolera que le pisoteen su dignidad y derechos.
Con marrones, rojos oscuros, negro y grises, Barroso fue perfilando a nueve personajes que encabezan la revuelta multitudinaria, ansiosos de ‘Justicia’, nombre que como título terminó de adjudicarle a la pieza el propio público, al estimar que, con esta iniciativa, la pintura servía de “ariete” para derribar muros, situándose este palpitar artístico de la revuelta dentro precisamente de “la sede central de los palacios maestrales de la Orden de Calatrava” en los que ahora se halla el Museo Nacional del Teatro.
Tonalidades carne, intensos rojos y algunos matices verdes, diseminados a veces como corcheas de una composición musical a lo largo del lienzo-partitura, se fueron incorporando a la obra de expresivos personajes que, retorciéndose, fueron, poco a poco, creciendo y definiéndose, avanzando desde el fondo y apelando a quienes los presencian.
La pieza resultante de esta performance se queda como donación al Museo Nacional del Teatro, cuya directora, Beatriz Patiño, destacó que “los museos no pueden ser templos donde solamente vengas a contemplar la obra sino que también somos un centro de creación, que tiene que estar vivo y más siendo el del Teatro”.
A este respecto, Patiño pensó que “qué mejor que hacer esta performance que es un proceso de creación puro de una obra de arte”, en el que el artista plástico se enfrenta sobre el escenario a un lienzo en blanco como lo hace un actor a un texto.
Contenta con la apuesta de la nueva directora del Festival. Irene Pardo, de aproximar el teatro del Siglo de Oro desde otras vertientes y lenguajes, Patiño admitió haberle “impresionado” el respetuoso silencio guardado durante dos horas por los asistentes y confió en que el Museo del Teatro pueda incorporar a sus fondos la serie completa sobre ‘Fuenteovejuna’ de Barroso.
Para el artista ciudarrealeño, que fue explicando durante la performance su forma de trabajar desde la improvisación y, como en este caso, un estudio previo de la temática, es un “honor” que obra suya pase a formar parte del Museo Nacional del Teatro.