El vaso puede estar medio lleno o medio vacío, según se mire. Manolo Sancho, entrenador del CF La Solana, prefiere verlo medio lleno. “Siempre que se suma es positivo”, decía tras el empate del domingo contra el Azuqueca. “Este punto debe darnos vida y optimismo”, manifestaba.
El 0-0 es poca cosa si echamos un vistazo a la clasificación, pero frena la sangría de malos (y abultados) reveses en casa. Además, el equipo fue valiente y generó suficiente peligro como para haber ganado. “Hemos hecho un trabajo físico inconmensurable, entrando con mucha personalidad al partido y generando ocasiones claras”.
En determinadas circunstancias, un empate en casa sabe incluso bien. Es el caso. El técnico llegaba al partido recién ratificado por la directiva, que es lo mismo que decir que llegaba cuestionado. La Moheda iba a mirarle con lupa, a él y a su equipo. El mero hecho de no encajar goles y de mejorar la imagen general se da por bueno. “Teníamos que cambiar la dinámica y lo hemos hecho, siendo nosotros mismos”.
Sentía que había salvado un match-ball. Que tenía un extra de oxígeno en su botella y licencia para seguir trabajando con relativa tranquilidad. De nuevo agradecido por la confianza de sus jefes, también sentía que tiene el apoyo del vestuario, escenificado en un esfuerzo descomunal frente a dos rivales de aúpa: el Azuqueca y el pésimo estado del césped natural de La Moheda, con más barro que hierba.
La misma directiva tenía mejor cara, aunque algunos no ocultaban que hay que mejorar la plantilla. Esto último, la afición es quien lo tiene más claro. Sancho no se cierra a que lleguen refuerzos, pero insistía en la importancia de recuperar efectivos. El domingo volvieron varios y el nivel subió. “Ahora que tenemos a todos disponibles empezamos una nueva liga”, decía.