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Hijo mío, hazte deportista

Juan Carlos Chinchilla / Lanza

Con la que está cayendo, con cinco millones de parados, parece que los más inteligente que ahora puede decir un padre a su hijo es: “hijo mío, hazte deportista”. Y cuando dé sus primeros pasos, ponerle una raqueta de tenis entre las manos. Visto lo visto, esa puede ser mejor preparación que una carrera, tres máster y varios idiomas.
España cuenta en la actualidad con la mejor generación de deportistas de su historia. Largo sería enumerar los éxitos en fútbol, baloncesto, tenis, balonmano, ciclismo, automovilismo, motociclismo, y un extenso etcétera. Pero igualmente puede decirse que España cuenta ahora con su generación más formada, con miles de jóvenes con impresionantes currículums y capacidades impensables hace sólo un par de décadas. Una realidad más que demostrada en el interés de otros países en los médicos, enfermeros, ingenieros o científicos españoles, entre otros colectivos.
Sin embargo estos jóvenes sobradamente preparados se encuentran ante el panorama desolador de un 50 por ciento de paro juvenil y perspectivas de míseras becas (aunque afortunados se sienten los que las tienen), condiciones laborales surrealistas y, esperemos que no, ‘minijobs’ de 400 euros.
Ante esta situación, ese buen padre qué debe hacer. “Sí, hijo mío, ve a la universidad y gánate un buen futuro”. Cada día que pasa se hace más difícil creer que eso sea así. Por eso parece que en estos tiempos es más factible lograr el éxito invirtiendo en deporte. Parece más fácil meter el gol decisivo en la final de un Mundial que lograr un empleo digno en el campo el que uno se formó.
Tampoco hay que ser un Nadal, un Gasol o un Iniesta. Los tres caracterizados además por ser incluso mejores personas que deportistas. Basta con ser un tenista en el puesto 128 del ranking de la ATP, un agradable jugador en un equipo humilde de la Liga ACB o de Primera División, o cada cuatro años dar una alegría a los españoles en un deporte casi desconocido en las Olimpiadas. Qué orgulloso estaría ese padre que acertó cuando apuntó a su hijo con cinco años a lucha grecorromana.
Lógicamente el ser deportista no será la solución de los problemas para el 99,99% de los jóvenes de este país. Sin embargo estamos llegando a un punto en el que esta vía parece que tiene más futuro que el estudio y la formación para hacer más grande y competitivo nuestro país.

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