Icono del sitio

Carlos Ochoa por la mañana, y Paco Ureña por la tarde, destacados en el cierre de la Feria de Otoño

CarlosOchoaporlamaan 57036 7381

Ayer domingo concluyó la Feria de Otoño de Madrid, un ciclo en el que han ocurrido cosas de interés, si bien hubo algún garbanzo negro, encarnado en forma de corrida de toros de Vellosino lidiada el sábado, fundamentalmente, y de la que hemos dado cuenta en Lanza.

El día de ayer fue realmente intenso. Por la mañana se celebró la final del certamen de novilladas sin picadores Camino a Las Ventas, en las que destacaron Ángel Téllez y quien, a la postre, sería declarado vencedor, Carlos Ochoa. Tan solo salió a hombros este último, aunque bien le podría haber acompañado Téllez si el Presidente se hubiera limitado a cumplir el reglamento, que indica que debe conceder el primer trofeo si así lo pide la mayoría de la plaza. Pero no lo hizo. Se lidió una interesante novillada de Jandilla.

Este festejo contó con el preámbulo de una especie de paseíllo por la libertad, en el que alumnos de varias escuelas taurinas pidieron respeto por la libertad ante la decisión del ayuntamiento de Madrid de cerrar la Escuela Taurina Marcial Lalanda de la capital, asunto sobre el que volveremos el próximo miércoles. Por cierto, que hubo representación ciudarrealeña en forma de pancarta desplegada en una Grada de la Peña Taurina Daimieleña.

El festejo de la tarde anunciaba la lidia de ejemplares de Adolfo Martín, los cuales se negaron a perseguir las telas hasta el final y buscaron con peligro las zapatillas de sus matadores con demasiada frecuencia. Con estos mimbres Rafaelillo (ovación con saludos y ovación con saludos con ligeras protestas) lo intentó ante el primero, un ejemplar mirón y muy complicado al que remató con acierto al primer intento. En el cuarto hubo dudas tanto por parte del toro como del torero. No fue un toro bueno, pero tampoco una fiera corrupia, como demostró Fernando Robleño en el buen quite que le realizó íntegramente por el potable pitón izquierdo.

Robleño (silencio en ambos) aliñó con brevedad a su primero por la carencia casi absoluta de recorrido y entrega, mientras que en el quinto, el menos malo del encierro junto con el sexto, el trasteo no cogió altura por la falta de decisión a la hora de echar la moneda al aire.

El triunfador de la tarde, aún sin cortar orejas pero sí por la disposición demostrada, fue Paco Ureña (ovación con saludos y vuelta al ruedo), torero que recibió una voltereta en cada uno de sus toros con el resultado de rotura de escafoides y una posible cornada interna en uno de sus gemelos. El murciano estuvo firme con el cornipaso tercero, un toro que humilló pero que no pasaba más allá de la jurisdicción física de su matador. Volvió a estar muy dispuesto en el sexto, llegando incluso a gustarse desmayando la figura y soltando los hombros, pero pinchó y perdió una oreja de mucho peso.

Salir de la versión móvil