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La juez de violencia de género de Ciudad Real clama por un juzgado exclusivo ante el aumento de casos

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Belén Rodríguez
Ciudad Real

Isabel Sánchez Martín, juez titular del juzgado de primera instancia e instrucción número 5 de Ciudad Real, con competencias en violencia de género en el partido judicial más extenso y que más asuntos trata en la provincia, y casi de Castilla-La Mancha, ya no sabe cómo plantearlo: “Necesitamos más medios y  exclusividad, aunque tengamos que asumir competencias de varios partidos judiciales. No podemos tratar de esta forma un problema social en constante progresión. Somos el primer parapeto y hay que dar una buena respuesta, que por desgracia y a mí pesar y el de mi fantástico equipo no es la que damos. Las órdenes de protección etc, salen adelante como podemos, y al final el ciudadano sale perjudicado por las esperas y las enormes disfunciones”, se sincera en esta entrevista en un mes marcado por los actos contra la violencia sexista.

Guardias permanentes, largas esperas de las víctimas, y prisas para tomar decisiones delicadas: así se trabaja en estos juzgados, sobrecargados de asuntos y responsabilidad.

Al goteo de denuncias por violencia machista (hay mañanas en las que han llegado a entrar siete; pero con uno o dos casos el caos está servido), hay que sumar la instrucción del resto de cuestiones civiles (muchas este año por las acciones de Bankia) y penales, que, como juzgado mixto tiene que afrontar como el resto de juzgados, también muy cargados de diligencias.

Este juzgado llamado de “violencia sobre la mujer”, tiene que hacer su semana de guardia para todo, como el resto, pero además siempre está de guardia en horario de audiencia, de nueve a dos, para los asuntos de malos tratos, lo que hace que en la mayoría de ocasiones su jornada laboral se alargue hasta más allá de las seis de la tarde. “Yo asumo que la responsabilidad de la violencia la llevo en el cargo, y si me quedo hasta las cuatro, me quedo, pero no es lo mismo mi posición que la de los funcionarios”, subraya.  De hecho sólo uno de los empleados públicos de este juzgado es titular, el resto son interinos. “Hay compañeros míos que acaban aborreciendo la violencia de género por el ritmo de trabajo que se lleva. Hay meses que nos come el papel. Yo llevo casi un mes sin sentarme en la mesa a hacer trabajo de despacho. Me es imposible”, dice esta jueza, que se declara “sensibilizada por este problema social que es necesario abordar”.

Titular desde diciembre de 2011, Sánchez Martín lleva casi cinco años en contacto con un problema “en constante progresión. No es que haya una subida muy alta, pero sí progresiva, cada año tenemos un poquito más”, “hay meses que entran muchos asuntos, y otros de siete en un día. Y eso sólo lo que nos entra por juicio rápido, sin contar los atestados por vía ordinaria, los partes médicos o lo que nos envía el resto de juzgados”.

Con las últimas reformas del Código Penal y la Ley Orgánica del Poder Judicial, a estos juzgados se les ha cargado con más competencias desde octubre: el acoso, ahora delito; el control de las órdenes de protección y los quebrantamientos de medidas cautelares, “esto último lógico: que nosotros nos encarguemos de controlar las órdenes que dictamos, lo que no me parece lógico es que haya juzgados mixtos que lleven todo la materia civil, que es muchísima, y además la violencia, a efectos organizativos genera disfunciones”, repite.

Por “disfunción” la juez entiende que mientras celebra vistas civiles y entran casos urgentes de violencia de género, algo que ocurre casi a diario y más de una, estas víctimas se tienen que esperar. “No podemos aplazar un juicio que a lo mejor estaba señalado desde hace meses. Cuando terminamos nos tenemos que poner con la ‘violencia’ y todo lo que conlleva, toma de declaración a la víctima, al acusado, tenemos que esperar al abogado que está en otro partido judicial con otra mujer…”

A la juez le ha pasado estar toda la mañana despachando asuntos programados y escuchando al lado los sollozos de la víctima que esperaba para declarar o a los niños pidiendo comida, o sin saber cómo va a volver a su pueblo porque se le ha ido el autobús, “muchas me dicen ‘yo no sé para qué denuncio’,  y las entiendo”.

Casi 3.000 asuntos nuevos el año pasado, de los que 506 fueron por violencia de género

Los números de este juzgado mixto 5, con competencias en violencia de género hablan por sí solos. El año pasado entraron alrededor de 3.000 asuntos (2.981), de los que 506 fueron por violencia de género (en los seis primeros meses de este 2015 llevan 374 de malos tratos).

“Nuestros números son tan altos como el del resto de juzgados, con la peculiaridad de nuestras guardias permanentes”, subraya la juez.

En cuanto a cómo ve la erradicación de la violencia,  se muestra pesimista: “Antes se pensaba que era una cuestión de hombres mayores, acostumbrados a que las mujeres no trabajasen fuera de casa,  ahora estamos hablando de gente muy joven que se ha educado en igualdad, pero que tiene una actitud totalmente impositiva, chicos que  que tienen que imponer su criterio y con baja o nula tolerancia a la frustración”. A todo ello se suma según dice “el efecto totalmente dañino que están teniendo las redes sociales”.

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