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Casi dos siglos de historia en la cueva de la familia Cuesta

Cueva calle Hidalgo 15

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Una maravillosa construcción que nos traslada a tiempos pretéritos, que podemos revivir gracias al empeño de Arturo que la ha limpiado, la enseña a todo el que desea verla y que, en su condición de enólogo, no descarta en volver a utilizarla para elaborar vino.  Sus abuelos,  Arturo Heras y Adoración Cuesta,  fueron los primeros propietarios.

En nuestro medio estamos aportando nuestro granito de arena para que las cuevas sean valoradas y apreciadas en su justa medida. Hoy nos acompaña un grupo de familiares de José Vicente Cañas que tenían mucha curiosidad por visitar una cueva.

La escalera es larga con peldaños rematados por listones de madera que le dan un porte más elegante, con las paredes están encaladas. La cueva tiene forma de ele, con treinta tinajas de 180 arrobas de capacidad. Según José María, que vuelve a aportar datos curiosos y precisos, “estas tinajas más pequeñas fueron las primeras que llegaron a Tomelloso. Como todavía no había mucho viñedo no se necesitaba mucho envase. “La altura de la cueva también guardaba mucha relación con la  de las tinajas. Aquí al ser más bajas, no fue necesario construir una cueva con mucha altura”.  Las tinajas tienen un elemento decorativo en su parte más alta.

El techo está en la tosca y en consecuencia, presenta un firme irregular. Los tonos ocres se combinan con el negro que viene a ser un vestigio de las lumbres que se prendían para combatir el temido tufo. “Se prendían gavillas que se echaban o bien desde la lumbrera o bien desde la escalera, recuerda José María Díaz.  Aparecen en la conversación las famosas terreras que eran las encargadas de sacar la tierra espuerta a espuerta. Nos fijamos en el desgarre circular de la lumbrera, hay cinco, por donde se bajaban las tinajas. Terminada la labor se procedía al relleno de la lumbrera con piedra y barro. “Esta cueva llega hasta mitad de la calle, y como tantas otras, ninguna se hundió a pesar del mucho tráfico que soportan las calles de Tomelloso”.

Vemos unas lañas en una de las tinajas, solución que se adoptaba cuando alguna se agrietaba. En todas aparece, como una marca o sello del constructor. “Julián Clemente, Villarrobledo”, podemos leer. José María descubre una ampliación posterior de la cueva, que luego serviría como almacén. Nuestro amable anfitrión es bisnieto de uno de los primeros bodegueros que hubo en Tomelloso, Juan Cuesta, que tenía su bodega en el Paseo de la Estación. Una auténtica familia de vinateros con mucha historia y solera.

No deja de sorprendernos aspectos de esta cueva como su empotrado, los pocillos, la escalera primitiva, que fue condenada por un tabique,  y una pequeña fresquera donde  se conservaban alimentos. El piso está en tierra, igual que cuando funcionaba a pleno rendimiento. La cueva todavía guarda algunas tapas de madera y una grada.

Una última mirada a una cueva que nos resistimos a abandonar. El propietario y José María Díaz conversan sobre la opción de elaborar vino en tinajas que están sopesando algunos bodegueros de la ciudad. Las tradiciones vuelven y hay algunas cooperativas que las han vuelto a utilizar. El pasado, el presente y el futuro vuelven a juntarse.

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