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Casta, la de los toreros

Salida a hombros de los tres triunfadores en Tomelloso
Plaza de toros de Tomelloso. Corrida a beneficio de Cáritas. Media entrada.
Se lidió un novillo de El Madrigal para rejones, descastado, y seis de Castillejo de Huebra, cómodos de cuerna por abundar los de conformación abrochada. Faltos de casta y sin entrega.
El rejoneador Juan Manuel Munera: dos orejas.
Fernando Tendero: oreja y silencio.
José Garrido: silencio tras dos avisos y dos orejas.
Álvaro Lorenzo: ovación con saludos tras aviso, y dos orejas.
Munera, Garrido y Lorenzo salieron a hombros.
Fue una pena que la corrida de Castillejo de Huebra no embistiera. Por varios motivos. Uno de ellos, el dejar de manifiesto que el encaste Murube sirve para el toreo a pie, y mucho; por su calidad y ritmo. Sin embargo los de Castillejo de Huebra que saltaron al ruedo de Tomelloso no tuvieron ni lo uno ni lo otro, amén de una falta de humillación que siempre se achacó a esta procedencia y que en este caso sí se cumplió. En cuanto a presentación, se trató de una corrida “bonita”, según terminología taurina que indica comodidad en cuanto a ofensividad de pitones.
El otro motivo causante de pena es el no haber propiciado el ver a dos toreros en gran momento como son Garrido y Lorenzo, ambos extraordinarios intérpretes del toreo a la verónica, aunque  este extremo sí se pudo apreciar por momentos, afortunadamente, en sus recibos de capote.
Garrido puso en sus dos faenas la raza de la que adolecieron sus oponentes. Esperó a su primero con la muleta retrasada para aprovechar sus ocasionales medias arrancadas, en un trasteo perseverante cerrado con estoicas manoletinas y muy mal rematado con el descabello, llegando a escuchar dos avisos. De hinojos recibió a su segundo con una larga, y de la misma guisa inició la faena de muleta. No está Garrido en situación de esperar a que salga su toro, así que optó por atacar y vaciar lo poco que tenía su oponente; y todo ello sin vender absolutamente nada. Éste si lo mató con acierto al primer intento, y se ganó una puerta grande sudada.
Álvaro Lorenzo anduvo a gorrazos con su primero, un ejemplar sin clase que se defendió, como toda la corrida, con un incómodo tortillazo difícil de esquivar. Sin aburrirse, el toledano logró lo más lucido al natural a pies juntos. Perdió los dos trofeos con los aceros. Algo menos de contenido tuvo su segunda faena, con los tendidos ya algo hastiados por el largo metraje del festejo, aunque a su término las dos orejas fueron a su esportón tras dejar una estocada casi entera.
Fernando Tendero, el menos placeado, se las vió con un lote deslucido y bronco, lo cual no fue impedimento para evidenciar firmeza ante los arreones y cabezazos. Algún natural tuvo buen aire en el quinto -segundo de su lote- pero la faena nunca llegó a tomar vuelo.
Abrió festejo un animoso aunque poco certero Juan Manuel Munera frente a un poco codicioso novillo de El Madrigal, cortando dos orejas que fueron indicio inequívoco de que la generosidad no iba a faltar. Lo que faltó fue casta. A los toros. No a los toreros.
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