Luis se jubiló, me cuenta, y como no tenía nada que hacer “me lie a hacer maquetas”. A la pregunta de ¿cómo las hace?, su esposa Chon, solícita, responde que “a su manera, como puede”. Las confecciona con porexpan, marquetería y cartón, aclara el propio Luis. Me muestran con orgullo las creaciones, a las que dedica todo el tiempo que tiene libre. A los Portales les dedicó “ocho meses y ocho días”, nos cuenta.
Luis trabajó “de primeras en el campo; luego en Ibi en una fábrica de juguetes” y después se vino a Tomelloso. Aquí puso una tienda “Papelería Chon” que ahora “lleva mi hija”. Las construcciones se abren y la Posada, por ejemplo, se ve como si estuviésemos dentro. Hacemos bromas con la maña de este cronista.
Insiste en que las medidas “son a ojo de buen cubero”, el hombre dice que “no entiende de proporciones”, siendo “la vista la que trabaja”.
Y ahora está liado con el Ayuntamiento de Tomelloso, con las Casas Consistoriales, que dijese un clásico. Subimos a una suerte de cámara donde Luis tiene su taller. Allí, este constructor, está levantando el blanco edificio municipal. Suenan sevillanas mientras Chon me muestra las ventanas “a las que no falta detalle”. Por último me muestra, como si de un trofeo de caza se tratase, un reloj de pulsera que “es igual, igual que el del Ayuntamiento” y que “aína si encuentro”. Dejamos a nuestros soberbios anfitriones, Luis y Chon, en sus cosas.