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Las cuatro hermanitas

Todo un tributo a la familia y a los buenos sentimientos

American actresses Jean Parker, Joan Bennett (1910 - 1990), Spring Byington (1886 - 1971), Frances Dee (1909 - 2004), and Katharine Hepburn (1907 - 2003) sew in character on set as the March women in a still from an adaptation of Louisa May Alcott's book 'Little Women' directed by George Cukor, 1933. (Photo by RKO Pictures/Courtesy of Getty Images)

Hasta 12 versiones cinematográficas (13 con la citada con Saoirse Ronan), incluyendo una muy premiada para televisión de 1978, se han realizado hasta la fecha de la popularísima novela de Louise May Alcott. Al menos que yo tenga localizadas o contabilizadas. Las más destacadas son las citadas anteriormente y la de 1994, ésta la de menor fuste de las cuatro digamos oficiales, dirigida por Gilliam Armstrong y protagonizada por Susan Sarandon y Winona Ryder.

La que aquí me ocupa sería a su vez la tercera oficial tras dos adaptaciones mudas de 1917 y 1918, y esta primera sonora. Contó con la producción y supervisión del gran David O´Selznick aunque decidiera no figurar en los títulos de crédito finales. Su impronta se puede perfectamente rastrear, sobre todo en la minuciosidad y meticulosidad ambiental.

A su fundamental labor, tengo que añadir en un lugar muy destacado la refinada, exquisita, delicada dirección del cineasta de las mujeres por excelencia, George Cukor, en uno de sus primeros trabajos para RKO tras abandonar Paramount. Capta, captura la atmósfera del relato, el espíritu de toda una agitada y esperanzadora época, en plena Guerra de Secesión.

Una envolvente fotografía de Henry Gerrard, de gran belleza, o la oportuna y evocadora música de Max Steiner, retomada en la versión de Le Roy, constituyen otros alicientes.

Pero volviendo a las comparativas, la troupe femenina compuesta por las susodichas cuatro hermanitas nada tiene que envidiar a la fastuosa versión colorida de finales de los 40. La intrépida y rebelde Jo que en esta encarnara June Allyson es aquí interpretada por una insuperable Katharine Hepburn, un personaje que le viene como anillo al dedo, libre como el viento y la tormenta, todo un espíritu inquieto. La presumida y un tanto egoísta Amy de Elizabeth Taylor cogería el relevo –aunque cronológicamente sea a la inversa- de una bellísima Joan Bennett, embarazada en el momento de su rodaje. La juiciosa hermana mayor Janet Leigh pasa a ser revestida por Frances Dee. Y la dulce, sensible y tímida Beth de Margaret O´Brien se transforma en Jean Parker, las dos extraordinarias y conmovedoras en idéntico pelaje.

En cuanto a los personajes más adultos, la madre (Mary Astor/en esta Spring Byington), el políglota y comprensivo profesor Bhaer (Rossano Brazzi/Paul Lukas), el venerable y entrañable vecino James Laurence (Charles Aubrey Smith/Henry Stephenson) y la tía March (Edna May Oliver/Lucille Watson) son los más importantes. A título tristemente anecdótico, reseñar que la tía March de esta versión fue inicialmente interpretada por Louise Closser Hale, pero fallecería a mitad de rodaje siendo sustituida por Edna May Oliver.

Aparte de los factores que he ido desglosando, no hay que olvidar que pese a ser tachada de cursi por unos cuántos a lo largo del tiempo, es de justicia resaltar la importancia del material literario original. Todo un tributo a la familia y a los buenos sentimientos, en la que brilla con una luz especial la figura de la madre, aunque seamos muchos los que nos identifiquemos con Jo, cuyo personaje es el que marcan el ritmo frenético de esta película, sobre todo al llevar el pelaje de Hepburn. Y, principalmente, pionera en abordar la figura de un personaje femenino, Jo, de considerable empoderamiento.

Y pese a no percibirlo o considerarlo así, ese tono cursilón achacado puedo asegurar que fue abordado por Cukor con plena convicción, revirtiéndolo mediante toneladas de encanto, esmero y emotividad. Y tanto esta como la de 1949 me parecen historias plenamente vigentes y atemporales. Su recuperación de valores, sin caer en ñoñerías me parece de lo más legítima. Y, al fin y al cabo, si tengo que ponerme exquisito, diré que trata de la condición humana en general, de las alegrías y sinsabores de la vida, del amor, el dolor, la pérdida, el esfuerzo, el sacrificio o la felicidad que nos pueden invadir a todos en cualquier momento de nuestras existencias, sobre todo en aquel en el que nos estamos forjando para salir afuera, para vivir.

Cuenta con un primoroso guion de Sarah Mason y Victor Heerman, el cual tres años antes en su faceta de director había dirigido a los mismísimos hermanos Marx en la enloquecida “El conflicto de los Marx”. Con razón obtuvo el Oscar en su registro de adaptación literaria. Consiguió dos importantísimas nominaciones más, a la mejor película y al mejor director.

Un clásico perfecto para revisar en Navidad siempre que sea aceptada tan gratificante convención. De lo más alentador y aleccionador en el mejor sentido del término.

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