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Juan Sánchez interpreta a Zurbarán en pintura, escultura y grabado

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Noemí Velasco
Manzanares

Fascinado por la producción artística del Siglo de Oro español, y en concreto por Zurbarán, realiza una interpretación del tenebrismo de este pintor, que destacó con su pincel entre retablos de capillas marcado por un interesante misticismo, y aprovecha para mostrar la evolución de una obra, desde los primeros bocetos hasta el culmen que representa llegar a la esencia propia despojado de las influencias. El pintor manzanareño Juan Sánchez presenta en el Museo del Queso Manchego y Colección de Arte de Manzanares ‘El taller de Zurbarán’, una muestra con cuarenta y cinco obras, que incluye grabados, pintura y escultura, y que homenajea a la producción artística del Barroco y en especial a la imaginería del siglo VII con la mirada puesta en un autor con el que reconoce identificarse por sus marcados tintes escultóricos.

Mientras que coloca los últimos carteles de la exposición inaugurada este viernes, Juan Sánchez cuenta que su atracción por la imaginería religiosa viene de su infancia, “pues las primeras esculturas y pinturas que vemos cuando somos pequeños son las de las iglesias, las que aparecen en las procesiones”. Para un amante del arte, la atracción que representan los espacios religiosos es “evidente”, aunque Juan Sánchez va más allá y reconoce que la “espiritualidad” y el “misticismo” que rodea a este mundo de monjes y de santos lo atrapa, unido a un interés especial por la vida del monje, “de estudio y de contemplación, alejado del mundo en esos impresionantes centros artísticos, llenos de cultura y de historia”.

En la interpretación de Francisco de Zurbarán, nacido en Fuente de Cantos en 1598 y que sobresalió sobre todo dentro del arte religioso, no podían faltar monjes, cristos y santos, hasta llegar al ‘Agnus Dei’ -’Cordero místico’-, que fue una de las obras premiadas este año en el 40 Certamen Nacional de Pintura ‘Ciudad de Manzanares’. Un gran panel con bocetos de las esculturas y de las pinturas marca el comienzo del recorrido para el espectador en una exposición que no sólo supone una profundización en el arte de Zurbarán, y por supuesto en la genialidad artística de Juan Sánchez, sino también en la propia búsqueda de un autor y en la evolución de una colección. Grabados clásicos en color, agrupados incluso en series de tres para ver su propia elaboración, surgen ante el observador en los primeros pasos, en los que aparece la figura del monje, pues entre las obras más inspiradoras para el autor manchego están los Jerónimos de Guadalupe y los de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. La progresión de obras, veinte grabados, trece esculturas, y el resto pintura, representa “el mismo proceso creativo”, según explica el autor, “cómo me despojo de elementos hasta llegar a la esencia de la idea”, hasta llegar a un Ecce Homo, impresionante, sin corona, sin cuerda que le ate las manos, “un hombre que deja de ser Cristo y que adquiere un sentido más universal”.

Dispuestas las obras por orden cronológico en esta colección en la que ha estado dedicado tres años, ‘El taller de Zurbarán’ es también la contraposición entre la pintura clásica y realista, con la vanguardia, en la que la emoción o el desgarro que produce la imaginería religiosa adquiere su máxima expresión. Entre medias hay caras expresivas que evolucionan hasta otras más esquemáticas; y varios cuadros inspirados en el estudio donde Zurbarán creaba, las escaleras de acceso a un sótano, la oscuridad marcada por puntos de luz, el reflejo de Cristo en las paredes y hasta el resplandor que generaba la espiritualidad contenida en la estancia. El tenebrismo con influencias de Caravaggio propio de Zurbarán también marca al autor manzanareño, que representa el claroscuro, el contraste de blancos y negros, y que muestra así otra faceta suya, ya que aunque reconoce que es a veces luminoso, no ha tenido que cambiar la paleta de colores para la ocasión.

Para Juan Sánchez, la reinterpretación de autores clásicos es algo innato al arte contemporáneo, porque “está todo inventado y porque siempre lo que se ha hecho antes nos influencia, de forma voluntaria e incluso involuntaria”. Sin duda, ‘El taller de Zurbarán’ representa una buena forma de acercarse al siglo de Cervantes, un siglo impresionante en el ámbito artístico y literario que sigue inspirando a autores actuales. La exposición permanecerá en el Museo del Queso hasta Navidad y luego promete viajar por otros espacios artísticos.

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