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Damián Manzanares y “El vuelo de las palabras”

El poeta Damián Manzanares autor de El Vuelo de las Palabras

El Evangelio de San Juan comienza diciendo: “En el principio existía la Palabra y sin ella no existían las cosas. La Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros”. Es el misterio de la Navidad.  Borges considera que la palabra escrita es un sucedáneo de la oral. Jesús no escribió nada, una vez escribió unas palabras en la tierra, que no ha leído nadie. Fue Homero el que creó la expresión “palabras aladas”. Sería una metáfora del hecho de que la palabra vuela del hablante al oyente.

Damián, ¿”las palabras vuelan, lo escrito permanece”?…

Ya en 1988 tenía pensado este título “El vuelo de las palabras” para mi primer libro, pero luego se tituló “Río de cielo” (1993). Las palabras vuelan y alcanzan horizontes inusitados. Mis versos los leen en Colombia, Brasil, Chile… A través de ellos estoy comunicando una vida entera. Como el vuelo del vestido de la bailarina, las palabras  brotan de la música interior del poeta y el vestido sería como las alas. Mis palabras no tienen lastre, no tienen carga morbosa.

La poesía es poesía pura…

Mis poemas quieren ser poemas claros de contenido y expresión y asequibles a todos. Tienen  un fondo y forma de carácter universal , temas del acervo común que puede interesar al lector en  ambiente creativo, comprensible por todos, sobre todo por los que tienen interés por la poesía pura, desnuda de artificio pero rica en connotaciones plásticas y musicales.

Hay que esforzarse para hablar de cosas que tienen más o menos un mismo referente o unos mismos referentes dada la complicación de la realidad actual, un lenguaje común que permita matices personales pero no continuos conflictos de interpretación. Se trata de palabras, textos que se refieren a situaciones compartidas a la vez que personales válidas históricamente y sincrónicamente, hablan de mi yo en el mundo. El poeta sabe hablar del ser humano, el poeta es un símbolo de una cultura, el poeta habla de cosas universales en tanto que de sí mismo, en cada estado, modelo y situación socialmente armónica. Por eso la paz es tan querida por los poetas que admiro. Ellos escriben con amor y  ofrecen un modo de catarsis y de solucionar problemas. Por eso la voz y la vida del poeta deben ser consideradas por toda sociedad que no esté del todo enferma. Y es que la poesía también puede solucionar problemas y lleva a compartir lo bueno y lo malo que llevamos en el interior.

A pesar de los conflictos, la vida es alegría…

Son poemas positivos porque son fruto de circunstancias contradictorias vitales, que se dan debajo de toda la obra de manera constante, como el principio que las mueve, que hace escribir como una alternativa de liberación, de explicación de lo oscuro, como resultado de tormentas interiores que ofrecer de manera positiva y con un resultado atrayente y como respuesta literaria a muchos interrogantes y preocupaciones del ánimo del ser humano, deseando comunicar siempre algo nuevo, como traducción de la realidad más grosera y desordenada. Y todo con un depurado y sencillo estilo, no exento de metáforas y figuras poéticas y literarias.

La poesía toca el misterio de la belleza…

Quieren ser poemas luminosos porque cada verso y cada poema buscan ser misterio que toca la belleza, la luz de la verdad que traduce la realidad de las tinieblas de lo oscuro y morboso en canción de amplia temática, no exenta de alegría y orden nuevos.

¿Es tu poesía una poesía religiosa?

Creo que estas tres notas que he mencionado pueden convertir mi poesía en una poesía religiosa, mientras que las tinieblas de lo oscuro y morboso, de lo arbitrario, estarían más reflejadas en cierta poesía contemporánea que no tiene fuerza salvadora para explicar una sórdida realidad y sublimarla con una orientación de entendimiento de esa realidad, para cambiarla por lo menos con la fuerza de la palabra más espiritual. Así toda la poesía si espiritualiza se hace religiosa; cada palabra, cada verso, cada poema tiene connotaciones y un alcance verdaderamente místico.

*Doctor en Filología Bíblica Trilingüe. Marianistas, Zaragoza

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