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Momentos de antítesis social

440px Johann gottlieb fichte

“La filosofía de la historia no es otra cosa que la consideración pensante de esa historia; y nosotros no podemos dejar de pensar en ningún momento. El hombre es un ser pensante, en esto se distingue del animal” (Georg Friedrich Hegel).

J. G. Fichte (Rammenau, 1762 – Berlín, 1814) es considerado como uno de los padres del idealismo alemán. Su aportación filosófica más conocida fue la denominada “tríada dialéctica” que desarrolló el pensamiento de F. Hegel: Tesis, antítesis y síntesis.

La tesis como referencia al “estar en sí”, al ser visto como identidad aunque de manera parcial. La antítesis como aquello que “sale de sí”, negándolo, reflejándolo en “lo otro”, produciéndose así una contradicción de la tesis y una consiguiente alienación. La síntesis como el “ser en y para sí”: el Ser en su totalidad alcanzado por la el concurso de la razón, superando, que no negando a la antítesis. Esta síntesis alcanzada, siempre se acaba convirtiendo en una nueva tesis de manera inmediata.

Las claves para entender todo lo sucedido en la historia de la humanidad están contenidas a nivel filosófico en estos tres momentos descritos por Hegel. Pensamientos, ideologías, formas de actuar, valores, sistemas políticos de toda índole…han ido respondiendo y conformando etapas más o menos duraderas, definiendo así el momento de tesis, es decir algo casi comúnmente aceptado. Sin embargo tarde o temprano, todo aquello que es de carácter parcial y por lo tanto no necesario ni definitivo, acaba siendo contestado.

Las revoluciones por ejemplo, siempre han supuesto un momento de antítesis o negación de esas verdades parciales ya vistas como acrónicas, (aunque muchas de ellas no llegaran a poseer un contenido claro en sus propuestas de cambio, extremo que las hizo fracasar)… pero siempre dejando poso y un examen de conciencia social. Las grandes aportaciones de las revoluciones han consistido en constituir medios para que sociedades e incluso civilizaciones llegaran a una síntesis que se acabaría trasformando más tarde en algo aceptado o en nuevas tesis…y así una y otra vez. Curiosamente, esos procesos se han encontrado, circulando en sentido contrario, a veces en un mismo momento de la historia.

Creo que hoy la humanidad, en particular la del mundo técnicamente desarrollado, se encuentra sumida en un momento de fuerte antítesis global, algo que se antoja novedoso en cuanto a la transversalidad que presenta, pues se trata de una ola que predomina sobre el horizonte individual y social con dimensiones colosales, sobre todo en la política y en la manera de vivir de una inmensa mayoría de personas con menos de treinta años.

Si bien la juventud siempre ha representado el cambio, la contestación, la novedad,… hoy este momento de antítesis generacional tiene un componente de pasividad inquietante en cuanto a los ideales que van más allá de lo inmediato. Y lo mismo en la política. Me atrevería a decir que los partidos políticos carecen hoy en general de un proyecto positivo y real para el futuro de la sociedad y andan inmersos en esa antítesis ideológica que hace fundamentar lo propio en el “no al otro”. ¿O no es común la especie de pedir el voto o votar en “contra de los otros” más que hacerlo convencido por lo mío” y… con las narices tapadas?

Hoy parece no existir un estilo propio que defina positivamente a nuestra civilización. Es precisamente la carencia de parámetros, patrones en el comportamiento, valores… la estampida de la conciencia individual hacía la nada o hacia el “no al otro”, la que hace establecer una fuerte ausencia de identidad de sí mismo y al contrario fija lo propio como antagonismo, como negación de lo otro…y viceversa. Como si un “relativismo negativo” imperase en aquello que no somos capaces de afirmar, negándonos una y otra vez buscando nuestra identidad, la realidad, la verdad, en aquello que “no es,” extremo que tampoco acabamos de encontrar.

La crisis más profunda que presenta hoy el hombre postmoderno es la crisis de pensamiento… o la falta de necesidad en pensar. Hoy nos encontramos en un momento de antítesis del pensamiento. Quizá sea la consecuencia de ese empecinamiento en identificar al hombre como mero sujeto económico. Y la economía no es precisamente una fuente de pensamiento. La advertencia hecha por Hegel… sigue teniendo hoy especial vigor.

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