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Enmascarillados en una primera etapa de retorno de actividades

fase 1 CM 005

Dichoso 2020. Quién te imaginara y te viera diferente. Enmascarillados estamos, más distantes que antes entre la gente. Eso sí, sin guantes, difíciles de encontrar como pepitas de oro en un río. E intrigados e inseguros, bastantes incluso con vértigo, ante lo que vendrá: si llegará pronto una vacuna, si tendremos que pasarlo todos, si tendremos que reciclarnos laboral, comunicativa y afectivamente…
La entrada en la Fase 1 ha posibilitado añorados encuentros entre abuelos y nietos que residen dentro de la provincia, y el también anhelado regreso de algunas terrazas con sus mesas como un archipiélago de islas a dos metros de distancia.
‘Más carilla’ se ha puesto la vida, atendiendo sólo a la necesidad de adquirir complementos de protección; en la calle hay muchos más viandantes; y triunfan las bicis y los patinetes eléctricos como medios de transporte individuales, alternativos y seguros.
La escasez de guantes ha hecho que en algunos supermercados se proporcionen simplemente bolsas para las manos como medida sustitutiva, las mascarillas las portan hasta quienes piden limosna de rodillas en la calle y se han generalizado los dispensadores de gel hidroalcohólico en los comercios, edificios administrativos y hasta en los lugares de culto.
Las pantallas protectoras, que recuerdan a las que usan apicultores y soldadores; las largas colas para ser atendidos en muy diversos establecimientos, con cada cliente a la espera a la distancia de al menos la hoja de un florín o espada; y las suspicaces miradas cuando se escucha un simple carraspeo son otros de los rasgos de este tránsito hacia una nueva normalidad.
Los adolescentes se han reencontrado con sus amigos moviéndose por la calle ‘en bloque’ a un par de metros de distancia entre sí, las ventas online y las entregas a domicilio se han incrementado y muchos caminos rurales no han visto desde hace mucho tiempo, quizás desde que se segaba con hoz, tanto tránsito de personal, fundamentalmente ciclistas y corredores.
Muchas cosas otrora seguras se deshacen como un tranchete viniendo de un aislamiento casi conventual donde el espíritu por mejorar se ha estirado como las figuras de El Greco. En esta semana se ha iniciado la desescalada, con los sentidos alerta por si los errores individuales o colectivos pueden hacer que todo se despeñe. Ante la inquietud por lo que acontecerá y la desolación por lo ocurrido, también están los ánimos y los deseos por recuperar lo cedido en cuanto a libertad para luchar contra el coronavirus.

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