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Fracasa la vista y el arquitecto implicado en el derrumbe de una vivienda en Membrilla irá a juicio

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Los plásticos tapan el tejado de la vivienda, las grietas de las paredes cercanas al derrumbe van en aumento y en la “zona cero” todavía no han empezado las obras de reconstrucción. Un año y medio en conflicto con las aseguradoras de la obra que dejó su vivienda en ruinas y al final la familia Cano Menchén  de Membrilla tendrá que ir a juicio.

María Jesús Menchén, Emilio Cano y su hija Amparo llevarán a juicio el próximo 19 de noviembre a las empresas que provocaron el derrumbe de su casa en diciembre de 2017 por las obras desarrolladas en un solar aledaño tras la falta de acuerdo en la vista celebrada la semana pasada en los juzgados de Manzanares.

El derrumbe truncó sus vidas en la vispera de la Nochevieja de 2017

El calvario comenzó en diciembre de 2017: el estruendo rompió las conversaciones animadas al calor de fuego en la víspera de Nochevieja. “Lo primero que vi fue la habitación de mi hermano, el suelo estaba hundido, algunos muebles habían caído hacia abajo y había una tremenda abertura en el suelo”, explicó a este medio Amparo el pasado mes de febrero mientras que recorría la zona del hundimiento entre puntales.

Nadie pudo prever el desastre. “Las máquinas excavadoras sacaron durante días tierras, la casa temblaba, vibraban los cristales, pero confiábamos que sabían lo que hacían”. El único “milagro” fue que el derrumbe no pilló a nadie en la vivienda, pues las mujeres cocinaban en la otra parte de la casa solariega y Emilio acaba de sacar el coche de las portadas.

Víctimas de las pugnas entre aseguradoras del arquitecto, la excavadora y la constructora implicadas -Mapfre, Axa y Asemas-, entonces acumulaban trece meses de espera de impotencia con la casa en ruinas. Cuatro meses después la situación no ha mejorado, incluso ha ido a peor. “Seguimos sin entender por qué la desgracia de una familia se convierte en un mercadeo”, confiesa Emilio Cano.

Ya lo dijo el perito de Asemas cuando visitó la casa localizada en la céntrica calle Cervantes: “nuestra misión es no pagar”. Desde que Lanza sacó la información a la luz, el contacto de las aseguradoras y los abogados implicados ha sido continuo. En abril de 2018, la familia puso una denuncia a la excavadora, aparte de al arquitecto y aparejador, que podría ser “el máximo responsable”.

Sin acuerdo por la indemnización

El presupuesto de daños presentado por la familia Cano Menchén asciende hasta los 117.000 euros y no tiene en cuenta el deterioro que ha sufrido la vivienda en los últimos meses.

En la actualidad, los daños “podrían alcanzar los 150.000 euros”, porque el derrumbe, que debería haber tenido una intervención inmediata, ha empezado a afectar al resto del edificio y puede colapsar. Los albañiles recomiendan demoler por completo toda la parte hundida y arreglar el tejado afectado del resto de la casa.

El piso derruido formaba parte de una gran casa solariega manchega de principios del siglo XX, remodelada y ampliada hace 39 años en la parte superior de las tradicionales “portadas” que en su día sirvieron para entrar carros y aperos de labranza. Tenía salón, cocina, tres dormitorios, aseo y despensa, aunque ahora de todo eso queda poco.

Ahora bien, según confirma Emilio Cano, el máximo de indemnización que las aseguradoras del arquitecto, la excavadora y la constructora implicados en el derrumbe llegó en la vista previa a los 85.000 euros. Con gran indignación, el afectado señala que no tienen en cuenta los muebles, ni los enseres destruidos. Entre ellos, había una cama de forja de 1897 y una vajilla de la cartuja.

El arquitecto les culpa del hundimiento

Cuando empezaron las negociaciones, las aseguradoras pretendieron reducir la cantidad un 50 por ciento y rechazaron de facto hacer la obra directamente. “Dicen que ellos indemnizan, pero no edifican”, apunta Emilio Cano, que les tilda de “cínicos” y les acusa de maltratarlos.

Desde el desastre, toda la familia ha recibido atención neurológica y psicológica, razón por la que estudian una nueva demanda. En la calle no acabaron porque quedaba techo en la casa solariega, pero durante meses, los tres durmieron en la misma habitación, la de su suegro, que pasó los últimos meses de vida durmiendo en otra sin ventana.

Por si la situación no fuera indignante, Emilio Cano señala que además el abogado del arquitecto, de Arquitectura Grupo 40, les ha acusado de tener “la culpa del hundimiento” porque, a su juicio, la pared que cayó no estaba en buen estado. No es de extrañar que, después de recibir a una veintena de peritos, acusen a las aseguradoras y a las empresas implicadas de “falta de humanidad”.

Sin embargo, la pared medianera, con más de 80 años y reforzada con ladrillo y cemento hace 39, no sufrió ninguna grieta cuando demolieron la casa de al lado en agosto de 2014. Fue después, con el inicio de las obras para la construcción de la nueva vivienda cuando excavaron 2,2 metros por debajo del nivel de cimentación cuando el muro quedó al aire y se vino abajo.

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