Icono del sitio

Una odisea de penalidades sobre las que triunfa la confianza en el ser humano

lased

El hombre no es un lobo para el hombre y, ante las dificultades y el temor ante lo desconocido, existe la hospitalidad, el buen criterio en la toma de decisiones que afectan a otros y el afán por el bien común.

La confianza en el ser humano y sus capacidades, así como en una benefactora fortuna -pese a sus múltiples giros- para quien actúa correctamente, guían a ‘Pericles’ en una odisea con múltiples puertos que recreó en AlmagrOff la compañía madrileña La Sed Teatro, llevando a escena una de las obras de Shakespeare menos habituales.

Con una estética de trajes contemporáneos en la corte de Tiro y la utilización de siete puertas –tres de una hoja a cada uno de los lados del escenario y una de doble hoja en el centro- sobre las que acudieron proyecciones como imágenes de edificios masacrados al referirse al desolado pueblo de Tarso y ambientaciones de luces como el incitador rojo del prostíbulo de Mitilene, la propuesta cuenta con Sergio Otegui, potente y sólido en el verso, en la piel del intuitivo y reflexivo Pericles, capaz de descubrir tretas que a otros costaron la cabeza, delegar en el fiel Helícano, huir de quien percibe perversas intenciones y confiar, como buen viajero, en todo lo bueno a encontrar en la travesía.

Nerea Moreno, con tacones y look contemporáneo, hace de interlocutora con el público, de maestra de ceremonias hilvanando escenas y acontecimientos, y deja fluir su vertiente interpretativa más maquiavélica al encarnar al depravado Antíoco, así como a Dionisia de Tarso que a lo bruja de Blancanieves envidia la belleza de Marina, a quien quiere cargarse a toda costa.

En una trayecto argumental con muchos escenarios y peripecias, ayudan favorablemente las caracterizaciones como las de los pescadores que socorren a Tirso al naufragar cerca de Pentápolis, el burdel al que llevan a su hija Marina e incluso la efectista capa de papel de aluminio en oro y plata con la que se presentan seis caballeros a ganarse los favores de la princesa Taisa ante el monarca Simónides.

Julia Piera como Marina brilla por su dulzura en el canto y verso, y también Jesús Calvo como cazador-asesino a sueldo que sigue los pasos de Pericles, más tarde como certero Simónides en la búsqueda de pareja para Taisa y después como buscavidas comercial de la casa de citas, con una simpatía contagiosa como probablemente el picor que en el tercer papel le hace no parar de rascarse la entrepierna.

También destacan por su convicción Carlos Lorenzo como el capitán del barco donde nace Marina bramando contra la tormenta, David Fernández ‘Fabu’ como testarudo pescador solidario y María Álvarez, nana primero y luego madame del burdel de Mitilene dispuesta a sacar provecho a los encantos de su nueva adquisición, en una producción en la que triunfa el buen hacer de quienes actúan y gobiernan con bondad y se alejan de la depravación con una fortuna que, pese a los avatares, termina sonriéndoles.

Salir de la versión móvil