‘Antonio y Cleopatra’ son “dos amantes que se aman y al mismo tiempo rivalizan en inteligencia y humor, como si el amor consistiera en decir lo más hermoso, brillante y cómico, además de ir a la cama después”, resumió Vicente Molina-Foix, autor de la versión de esta obra de Shakespeare que la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) estrena en el arranque del 44º Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro con dirección de José Carlos Plaza y un elenco de “altísimo vuelo” integrado por doce intérpretes y encabezado por dos grandes de los escenarios como Ana Belén y Lluís Homar.
Para Ana Belén, “muy feliz” por haberse embarcado en este viaje con la CNTC, Antonio y Cleopatra “están en el mito”, son “dos bestias” y considera, al igual que Homar, que en esta pieza de gran profundidad y riqueza en la que entran en juego la seducción, el poder y la traición, triunfa al final el amor, pero no el idealizado, sino el amor en “su gran amplitud”, con todas sus “implicaciones” y aristas.
A Cleopatra la ve como “una mujer que está por encima de todos y de todo. Es una mujer inteligente, tremendamente caprichosa, manipuladora, mezquina, divertida, con un gran sentido del humor porque sabe que puede manejar a todo el mundo” y teniendo en cuenta siempre “una vertiente muy importante que es la política”.
Para Plaza, en esta obra de madurez de Shakespeare desempeña un gran papel la sorpresa, ya que “cada frase, cada momento” conlleva descubrir un mundo, y, “sobre todo, es una obra endiablada” que recuerda a dinámicos films de secuencias cortadas. “Hay cuarenta escenas que van de Alejandría a Atenas, Roma, sur de Italia,…, que a veces se encadenan con una continuidad logística pero otras veces no”.
A este respecto, señaló que no han buscado “un orden cronológico sino un orden como si fuera un mosaico de colores”, de manera que cada escena tiene un color, una forma, una temática diferente”. “Hemos intentado ser esenciales, llegar a la esencia a través de nuestra visión contemporánea” y huyendo de la mediocridad, de la tendencia de ir hacia lo vulgar y banal ante la complejidad del ser humano. “La pasión y el antipasotismo” guían esta producción, que escapa de la indiferencia, como lo hicieron Antonio y Cleopatra que “no fueron indiferentes a nada, ni al sexo, ni al poder, ni a la risa, ni al placer, ni a la mezquindad ni a la venganza”.
Son dos personajes grandes “a lo largo y ancho”, desde lo más “mezquino a lo más noble del mundo”. “Son dos estrellas en el firmamento en una obra en la que la muerte en este caso es una salida hacia la eternidad”.
Aunque puede que haya obras “mejores o más icónicas”, como las de grandes malvados de enorme capacidad de atracción como ‘Otelo’ o ‘Macbeth’, ‘Antonio y Cleopatra’ es la favorita de Shakespeare para Molina-Foix, que resaltó las brillantes escenas de comedia de esta pieza, en la que están muy latentes la sensualidad y los lances del poder, de una pareja “en crisis, que se ama y lucha”.
“La dicotomía entre Roma y Egipto, si estamos en el mundo para producir o para ser, se halla en el fondo de la obra”. Puede que se imponga, “como pasa muchas veces en la vida, la producción, la razón, la determinación y el poder, pero la humanidad somos mente y cuerpo”, se necesita de ambos para que pueda aparecer el espíritu, apreció Homar.