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Antonio Linares sorprendió -y triunfó- ayer viernes en Madridejos

antonio linares 3
Plaza de toros de Madridejos. Algo más de media entrada.
Se lidiaron dos toros de Carlos Charro (primero y cuarto), encastados; dos de Montalvo (segundo y quinto),  deslucidos; y dos de Torrealta (tercero y sexto), bravos, ambos aplaudidos en el arrastre. De correcta presencia todos.
Juan Bautista: ovación con saludos y dos orejas.
Cayetano: ovación y ovación con saludos.
Antonio Linares: oreja y dos orejas.
Antonio Linares salió a hombros. El festejo dio comienzo con un retraso de 25 minutos por falta de UVI móvil.
Hay toreros que tienen una especial facilidad para conectar con los tendidos. Otros no. Antonio Linares, torero demasiado poco conocido de Tomelloso, se encuentra dentro del grupo primero, y así quedó de manifiesto en la corrida de ayer celebrada Madridejos, en la que le cupieron en suerte dos grandes toros de Torrealta que embistieron con vibración, profundidad y bravura.
El compromiso era de altura; quizás no tanto por la plaza -que también- sino por verse acartelado junto a dos toreros de ferias, portadores de un oficio ganado frente a cientos de toros en la plaza y de vacas en el campo.
En la primera faena del torero manchego sobresalió, en calidad, una templada y despaciosa serie al natural. Fue en respuesta a una acertadísima sugerencia de su mozo de espadas, que en un momento dado dijo “¡Vamos a torear!”. Y Linares se puso a torear más de lo que había hecho hasta ese momento. El resto del trasteo estuvo dominado por la compostura y la vibración, si bien faltó llevar al toro hasta el final en muchos momentos. Pinchó en el primer viaje, recetó un metisaca bajo, y su puntillero falló varias veces con la cacheta; pues bien, todo ello no impidió que se pidieran los trofeos, quedando finalmente en uno. Si hubiera matado bien a la primera no habría sido extraña la concesión del rabo.
Su segundo fue igualmente bravo. Igual o más que el tercero. En este hubo los mismos ingredientes; vistoso y variado recibo de capote -como en su primero- y algo más de reposo por momentos en el último tercio, alternado con otras fases de toreo más veloz, ya de anochecida. Tras estocada entera desprendida le fueron entregadas dos orejas.
Juan Bautista tuvo una tarde en la que ofreció tanto momentos fugaces de toreo eminentemente bello, como otros en los que le faltó mando más continuado para dominar y vaciar de casta al que abrió plaza. Su primer trasteo fue largo y con altibajos, mientras que en su segundo, que embestía humillado, largo y con el hocico por delante, el nivel rayó a mayor altura. Alternó toreo de gran clase con otro de más garra, no dudando en clavar las rodillas en la arena varias veces. Mató notablemente de entera arriba recibiendo.
Cayetano pechó con el peor lote, el de Montalvo. Abrevió frente a su deslucido primero, mientras que en el quinto, que tuvo una lidia espesa, anduvo claramente incómodo con el toro, las banderillas que le golpeaban constantemente, los comentarios del público… Hasta que se puso de verdad y le robó dos firmes y muy meritorias series al natural, antes de ir a por la espada y acabar su actuación en la plaza toledana.
Los tendidos, que en su mayoría habían ido a ver a Bautista y a Cayetano, se encontraron con este Linares de Tomelloso, quien expuso sus armas, que todavía no están sustentadas por completo en el toreo largo, lento y por abajo dada su falta de rodaje, sino que se asientan en la personalidad otras veces cantada en este espacio, en una curiosa parsimonia lejos de la cara del toro -hay que torear también fuera de ella- y una manera de llenar el escenario que cala rápido en los tendidos. Y disposición, por supuesto. Cuando ese sello personal se vea acompañado de más y mejor toreo, puede ser de traca. De momento, hay camino. E ilusión.
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