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El verdadero placer

 

Haciendo un llamamiento a la coherencia personal, y en estos tiempos que corren, es bueno también mirar el vaso y darte cuenta que está medio lleno de posibilidades y no medio vacío de esperanzas. No podrás sacar partido totalmente del maravilloso don que es el de disfrutar de la vida o de esos pequeños momentos, los elegidos, para poder ser conscientes de ellos. Sin embargo, el no valorarte como persona, no estimar a las personas que te rodean y no apreciar la vida junto con las circunstancias que te han tocado vivir es peligroso para ti. Es evidente que si tú crees que no estás a la altura de las circunstancias, no te respetas, no te valoras y tienes una actitud sumisa constantemente, no podrás nunca ensalzar las cosas buenas que también te suceden. Te separarás completamente del mundo que te rodea y de esta manera será imposible compartir con ellos vivencias, experiencias, y sensaciones que tu desconfianza llevará a cabo por disfrutar y experimentar. Un tiempo perdido de nuestra existencia sin solución alguna si nos se ponen los medios para poder remediarlo. El ser humano se equivoca al apreciar en su realidad dentro de su forma de pensar y albergar este tipo de preocupaciones que desvirtúan sus equilibrios, muy cargados de negatividad y poco productivos, aunque formen parte de sus vidas. Vidas marcadas por esos pensamientos destructivos. Pensamientos tan negativos como…” no valgo para nada…”,… “nadie me acepta como soy”…, siempre presentes y de tan largo recorrido en nuestra vida. La alternativa es ni tan siquiera, el poder verbalizarlos, no hacerles mucho caso,  siendo transcendente el que nuestra actitud y posterior respuesta sea positiva y confeccionar un aprendizaje en toda regla de lo negativo haciendo virtud de aquello por lo que nos hemos equivocamos anteriormente. Una consecuencia de albergar en nuestro interior ideas dañinas y autodestructivas es poseer sentimientos displacenteros. Es decir, bajo un sentimiento de inferioridad, puede haber un sentimiento aún peor, tu baja autoestima. La inseguridad como algo inherente al problema, el sentimiento de culpa, la excesiva preocupación por las cosas en general, tomarnos las cosas excesivamente en serio, que es como nos han educado. La desesperación… La alternativa es tomarse la vida no como una competición, observar las cosas tal y como son, y no como la pensamos, evitar la desesperación, aceptar la realidad y no olvidar lo que realmente importante, no considerar que los problemas son motivo de desgracia, sino todo lo contrario; la vida al final te ayuda a resolverlos.

 

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