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El encierro de Fernán Caballero se salda con un herido y varios sustos

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Como cada 30 de agosto a las siete de la tarde daba comienzo el tradicional encierro al estilo ‘fernanduco’ que se celebra en la localidad de Fernán Caballero con motivo de sus fiestas en honor a San Agustín y en el que dos morlacos siembran el terror por las calles de la localidad.


El balance del encierro ha sido un herido por varios puntazos del toro que no han llegado a cornada y dos traumatismos en tórax y cráneo, además de varios sustos por las carreras de Albahaca, con el número 90 y Matutino con el 76, los dos toros de la ganadería local de Victor y Marín y los protagonistas del encierro.

El encierro comenzó con grandes carreras entre los mozos y los toros que salían descansados al sonido del tercer cohete de sus respectivos cajones, ubicados en el centro del recorrido. Los morlacos hicieron las delicias de los corredores, provocando algún roce con los pitones de los astados, mientras los recortadores practicaban sus requiebros y engaños con ellos. Mención a parte merece el recortado de Fernán Caballero, Carlos Friginal -‘Frigi’ para todo el mundo-, el cual ha hecho lo que ha querido, literalmente, con los dos morlacos, dándole un especial juego el astado con el número 90.

Al cuarto hora de comenzar el encierro, un espontáneo saltó al encierro, con una muleta de toreo y apoyándose en una muleta para caminar, citó al toro con la consecuente embestida del mismo. Según ha podido saber este diario, el herido, septuagenario y natural de Malagón, no reviste gravedad, aunque tiene varias puntadas y dos traumatismos. El suceso no fue a más gracias a la rápida intervención del director de lidia del encierro, el torero retirado, Aníbal Ruíz.

A la media hora de la tarde los toros comenzaron a venirse abajo, quedándose petrificados en el asfalto fernanduco, aunque provocando alguna carrera y susto que otro, pero sin más importancia. Según avanzaba el transcurso del encierro el aburrimiento en los rostros de los espectadores iba haciéndose notar, mientras que los mozos menos valientes cogían confianza y acortaban la distancia con los astados.

El aburrimiento pronto finalizó con la salida del tradicional carro, cuya función es avivar a los astados. Se trata de una de las excepcionalidades del encierro de la localidad: un típico carro de labranza, metálico, de alrededor de unos 500 kilos, de un solo eje, que transporta a la cuadrilla de avivadores y es empujado por dos o tres mozos.

Tras varias embestidas al carro por parte de los morlacos, varias vueltas al recorrido y grandes carreras de los astados, a las nueve menos cuarto de la noche, el primer morlaco -Matutino- era introducido por los mozos en los corrales conocidos como ‘La Tórtola’, donde se le da muerte a los morlacos. El encierro finalizó a las 21:30 de la noche, cuando el morlaco con el número 90 -Albahaca- era introducido en estos corrales y se ponía fin al encierro.

 

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