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Más ruido que nueces

Hermoso de Mendoza y Perera a hombros en Almagro Foto JCS

Plaza de toros de Almagro. Media entrada.

Se lidiaron cinco toros de Capea, dos de ellos para rejones, reglamentariamente despuntados (primero y cuarto), poco ofensivos y justos de raza. Cuatro a pie (el quinto con el hierro de Carmen Lorenzo) de presencia desigual. Nobles aunque justos de fuerza y clase en sus embestidas.

Hermoso de Mendoza: oreja y dos orejas.
Miguel Ángel Perera: ovación con saludos y dos orejas.
López Simón: vuelta tras petición no atendida y oreja.

Hermoso de Mendoza y Perera salieron a hombros.

Hacía algunas temporadas que la plaza de toros de Almagro, en su emblemática fecha del 25 de agosto, no registraba una entrada como la de este año. Y no es que fuera un reventón, pero sí había media plaza, lo cual supone casi el doble que en anteriores ediciones. La fórmula de un rejoneador por delante y dos a pie es una opción que funciona, al menos, en ocasiones. Y ésta parece que lo fue, claro que el rejoneador era, nada menos que Pablo Hermoso de Mendoza. Ahí es nada.

La corrida de Capea estuvo mal presentada en algunos casos (como por ejemplo el primero de Perera y el segundo de Hermoso de Mendoza), y desigulamente el resto, con embestidas que no tuvieron ese ritmo tan característico de los toros de encaste Murube. Por ese motivo, fundamentalmente, torear, lo que se dice torear, vimos poco, solo ocasionalmente, a pesar de las orejas cortadas, por lo que podríamos decir que fue más el ruido que nueces.
Hermoso puso de manfiesto en Almagro esa torería que se aleja de efectismos e histrionismos. Simplemente toreó a caballo, clavando al estribo y templando de costado, sobre todo montando a Berlín en el primero, en una labor sobria pero muy torera, rematada con el rejón de muerte de manera efectiva.
Frente al cuarto, muy gacho de cuerna y demasiado parado, la sal la puso el torero navarro, que abrió la puerta grande merced a un rejón de muerte fulminante.
El primero de lidia a pie, un zapatito, presentaba una cara poco ofensiva. Cornicorto y, además, algo acarnerado, como suele ser característico del encaste Murube, su apariencia restó importancia a lo que Perera realizó, que por otro lado, no fue demasiado. El de Capea anduvo con la raza justa y, aunque se movió, lo hizo sin ritmo, punteando -y tropezando- la muleta con frecuencia. Mató de entera que hizo guardia.
Perera se las tuvo que ver con el viento y la movilidad pegajosa y rebrincada del quinto, al que dio muchos pases, con únicamente algunos derechazos de mano baja -también la estocada cayó baja- y mando reseñables. Todo ello no fue impedimento para recibir dos generosas orejas.
Le faltó vida al tercero, primero de López Simón. Tuvieron son algunas verónicas, mucho sabor una trinchera extraordinaria de inicio, y templanza dos series de derechazos iniciales. Pero ahí se acabó el toro, a pesar de la insistencia del torero madrileño por exprimir al ejemplar de Capea, a quien, por cierto, brindó la faena.
El sexto fue el más ofensivo de pitones. Tuvo cierto brío en los primeros tercios y en las tandas iniciales, si bien le faltó entrega y clase. López Simón anduvo firme aunque sin sutilezas, acabando su labor de estocada entera desprendida.

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