Icono del sitio

Jesucristo, Buena Noticia para todos

JesucristoBuenaNotic 17601 7207

Antonio Algora Hernando / Obispo Prior

Si pudiéramos aplicar a Dios nuestras debilidades y limitaciones, y juzgarle con nuestras categorías humanas, tendríamos que decir que no le fue fácil entrar en este concierto o desconcierto social, si tenemos en cuenta el momento histórico y su modo de aparecer en la escena humana. La presión (o quizás opresión) de los Mercados sobre los países de la Zona Euro se llamaba entonces, hace 2011 años, Imperio Romano, claro opresor de la zona del Mediterráneo. Jesucristo no apareció como fuerza de oposición o, si fuera hoy, como negociador para resolver las tensiones político-financieras.
Si hablamos de las hipotecas y de las subidas y bajadas del valor del Euribor, para los que andan a vueltas con el tema, tampoco nos lo podemos imaginar como venido a negociar el cambio de entidad financiera… Simplemente no tuvo sitio en la posada.
No lo tuvo fácil y, sin embargo, vino a estar en este mundo con todas las consecuencias. En ese posible comparativo con el que podíamos seguir jugando, y ante la especial dificultad que presentan los momentos presentes, debemos hablar de la Iglesia que celebra el nacimiento de Jesucristo y que, a los ojos humanos, tampoco lo tiene nada fácil.
No le es fácil a la Iglesia hacerse presente en nuestra sociedad y, sin embargo, la Iglesia celebra la Navidad y goza y sufre por ello. Fue San Agustín ya en el siglo IV, hace 1600 años, el que escribió que la Iglesia camina por la historia entre las tribulaciones del mundo y los consuelos de Dios.
Celebrar la Navidad para los cristianos es saberse enviados por Dios a esta sociedad y en estas circunstancias, contentos porque Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, no ha dudado en traernos al mundo contando con nuestras vacilaciones e incluso traiciones para situarnos en estos momentos: Dios conoce bien este «aquí y ahora».
Ser la Iglesia Buena Noticia para los millones de excluidos o autoexcluidos sociales por tantas historias: el paro, la alienación o la marginación, la enfermedad, el abandono… Lo mismo que el Niño, Buena Noticia para los pastores, envuelto en la debilidad que los pañales representan junto con la cueva de Belén. Celebrar esta Navidad aquí y ahora, no es una opción que nosotros podamos tomar por nuestra cuenta, porque viene de Dios, de la iniciativa del Amor que tiene a la Humanidad que se mueve en el tiempo.
Así pues, intentando sacar conclusiones de esta reflexión:
Primero. No nos debemos unir, los hombres y mujeres de fe, al coro de los que viven de lamentos continuos por la falta de salidas a corto plazo de una crisis que va a durar y durar… Las gentes de fe no podemos renegar de nuestra suerte y aquí estamos para acompañar a Jesucristo -presente también en los hermanos- en esta oscuridad de la cueva de Belén.
Segundo. Tampoco nos escondemos en el interior de los templos buscando protección y refugio ante lo que nos está cayendo, si no es para reunirnos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo gozando de la presencia prometida a quien se reuniera en su Nombre y compartiendo con todos lo que somos y tenemos.
Tercero. Menos podemos callar el Evangelio, la Buena Noticia que es el interés que Dios, con todo su poder, tiene por todos.
Nuestra libre respuesta a este desafío que el creyente percibe le viene de parte de los que dicen no creer, es justamente la mejor demostración de que si el ser humano sigue demostrando, con su libertad, su capacidad de provocar las crisis con todas sus secuelas, los creyentes en Cristo, Iglesia del Señor, en uso de la verdadera libertad estamos permanentemente abiertos a paliar sus efectos acompañando a todos en las peores coyunturas de la Historia.
Esta Navidad, efectivamente, nace Dios hecho Hombre y los cristianos sin perdernos en nostalgias, ni recuerdos de pasado, celebramos que Jesucristo vive en nosotros y viene a estar con todos y para ser Buena Noticia para todos. ¡Feliz Navidad!

Salir de la versión móvil