Si he de atenerme al trabajo llevado a cabo, cabe concebir muchas esperanzas sobre el futuro tras las cámaras de alguien que también toca las teclas de la novela y de la producción cinematográfica.
Lo propuesto en su doble faceta de guionista y cineasta es un malicioso, inteligente, ingenioso y turbio relato, perteneciente a ese inagotable filón temático que constituye la relación del hombre con las máquinas, o si prefieren con los robots, ingenios cada vez más sofisticados y perfeccionados, o para mayor precisión, con la ingeniería artificial.
De un empeño “parecido” no saldría –por citar otra obra coetánea- bien parado en el aspecto artístico, y les aseguro que lo siento porque prometía, el esforzado Antonio Banderas de la fallida “Autómata” de Gabe Ibáñez. En cambio, sí saldó su trabajo con bastante acierto pocos años antes, el autóctono Kike Maílllo con su sorprendente y sensible “Eva”. O, ya de manera o logros más sublimes, el estadounidense Spike Jonze con la sensacional “Her”.
Una vez hecho este somero y reciente repaso filmográfico por estas cuestiones, conviene centrarse en este muy apreciable trabajo, cuya primera virtud es –la tentación era fácil recorriendo los territorios que transita- que no recurra ni a artificios formales ni argumentales. Es más, como adecuadamente apuntó en su momento más de un colega, constituye todo un virtuoso ejercicio de cámara con tan solo tres personajes (habría un cuarto mudo, no tan insignificante como pudiera parecer, pues supone todo un eslabón rectificador) y un espacio reducido. Dado el cual, hubiera sido también fácil caer en una cierta teatralidad, algo que tampoco sucede.
No es así dada la habilidad con que desplaza Garland su herramienta; por otro, debido a una muy bien aprovechada y loable dirección artística. La casa, ese diseño entre futurista y rústico, me parece que acaba constituyendo uno de los grandes aciertos de la película.
Y si el comienzo ya genera curiosidad, ese primer encuentro entre el programador (Domhnall Gleeson) y el humanoide Ava (la emergente y magnífica protagonista principesca de la notable “Un asunto real”, Alicia Vikander), constituye un punto de inflexión que no irá sino acrecentándose, según se desarrolla la trama.
Inevitable establecer una comparativa de la aparentemente ingenua y coqueta Ava con su ancestro principal, la robótica y muda María de la fundacional, visionaria y genial “Metrópolis” del maestro alemán Fritz Lang.
El triángulo lo completa el padre creador del experimento, el estupendo actor guatemalteco Oscar Isaac, inolvidable en su composición de “Llewyn Davis” en el formidable trabajo de los Coen, y a punto de estrenar uno de los títulos más apetecibles de la temporada, “El año más violento” de J. C. Chandor (el más que estimable firmante de “Margin call” y “Cuando todo está perdido”), coprotagonizada por la indiscutible y espléndida Jessica Chastain.
Bien podría entenderse como un detallado, reflexivo e irónico retrato de la propia condición femenina, de su emancipación y de su nueva ubicación en los tiempos actuales, utilizando la premisa científica y tecnológica y sin que la típica educación tradicional amorosa pueda suponerle un lastre. También sobre ciertas limitaciones y fantasías masculinas. O sobre la petulancia científica. En cualquier caso, es ampliamente rica en contenidos y matices.
Envolvente, verdaderamente brillante. Gran aportación al género.