Carrizosa ha vuelto a volcarse con una de sus fiestas más características como son las Cruces de Mayo.
Este año ha reactivado la tradición con más fuerza, tras un 2020 en el que se cumplió de manera más doméstica, en los domicilios, por el confinamiento decretado por el coronavirus.
Los carrizoseños han montado numerosas cruces de mayo en diferentes localizaciones para festejar el culto a la Cruz de Cristo y pedir protección para todos sus familiares.
Han vestido sus cruces con sábanas y óleos bordados, además de adornos florales y de plantas que han creado bonitos altares de los que han disfrutado los habitantes de la localidad.
En años anteriores las casas estaban abiertas al público en los primeros días de mayo, este año también pero con las medidas de protección, higiene y seguridad dictadas por las autoridades sanitarias para seguir luchando contra la pandemia.
La fiesta de La Cruz de Mayo es uno de los referentes de la localidad ciudarrealeña. Se celebra entre los días 30 de abril, 2, 3 y 4 de mayo, y la tradición contempla que durante la noche una rondalla de jóvenes marcha por el pueblo cantando los mayos a las damas.
El día 2 se suele cantar a las Cruces y se celebran convites ofreciendo ponche (cuerva manchega), puñao (frutos secos) y dulces típicos. Y tenían la costumbre de decir: “veo la cruz ladea’ vamos a enderezarla” y la forma de enderazarla es con el ponche, el puñao y los dulces.
Al salir de cada cruz se deseaba a los moradores de esa casa tener salud para vestirla más años.
En la comarca se celebran en muchas localidades, pero donde permanecen con todo su sabor tradicional es en Carrizosa.